viernes, 22 de agosto de 2014

En busca del fuego



Hay un concepto militar que define un método de mentira encubierta, se trata de la operación de bandera falsa. Consiste en la actividad de una organización o personaje que se hace pasar por otro. En los pasados años de violencia terrorista surgieron una serie de fraudes entorno a sucesos de extorsión y rapto de personas. Con el paso del tiempo se demostró que ciertos secuestros o amenazas de bomba eran falsos, tan solo eran meras invenciones y elucubraciones para sacar rédito político y tajada económica dada la protección gubernamental que recibían y reciben la víctima de actos terroristas. Ocurrió que la quema de establecimientos, sedes de partidos políticos y bares achacados por ejemplo a la kale borroka(violencia callejera) eran en realidad actuaciones del propietario del mismo local que intentaba lograr así el pago del seguro privado tras el percance y siniestro. Y hasta el cobro del impuesto revolucionario de ETA encubría en alguna ocasión una verdad suscita, se trataba de un mero ajuste de cuentas por tráfico de drogas. El caso más mediático de estos modo de actuar carente de ética y rectitud fue el engaño del concejal del PP de La Carolina(Jaén) Bartolomé Rubia Muñoz apodado Bartolín, el cual fingió un secuestro haciendo responsable a ETA. Dos años antes hizo lo propio el periodista José Luis Martín Prieto. Muchos de estos hechos fueron destapados cuando ETA no afirmó la autoría, y alguno de los sucesos aún no han sido aclarados a pesar del tiempo transcurrido. En su momento semejantes embustes por sujetos sin escrúpulos no produjo que nadie al menos públicamente cuestionase que las ayudas a las víctimas de terrorismo debía replantearse, al fomentar y proliferar una mala fe e interpretación nefasta en cierta ciudadanía. Hecha la ley hecha la trampa. No hubo ni hay ninguna falsa alarma social, tampoco motivos ni reproches ante los partidos y medios de comunicación por la actitud victimista de políticos y periodistas mentirosos.


No es razonable que mientras a fenómenos y abanderados de los Bartolín se le sancione como a una gracieta cayendo en el olvido, y por contra a las mujeres en general se les refiera de antemano como presuntamente culpables al denunciar un maltrato, además de no contar con la presunción de inocencia. Cuando hablamos de violencia machista todo cambia, no se juzga con el mismo rasero y respeto la violencia terrorista que la de género. Con ésta última hay quien confunde la parte con el todo. A pesar del 0,01% de denuncias falsas por violencia de género, según datos que ofrece el CGPJ. El machismo es más tolerable que el terrorismo, aunque el individuo machista también cometa un crimen y ejerza terror y miedo sobre la víctima más vulnerable. Y aunque la muerte de mujeres asesinadas cada año es la muestra más evidente que existe un problema muy grave y doliente en nuestra sociedad supuestamente civilizada, el feminicidio. No existe la suficiente conmiseración con los crímenes sexistas y se cuestiona cada dos por tres las ayudas y normativa en vigor relativa a la prevención y protección integral de la mujer. El alcalde troglodita de Valladolid León de la Riva con sus declaraciones demuestra una vez más que el eslabón perdido del mono al hombre existe, cohabita entre nosotros y además milita en el PP. Carente de sensibilidad y con graves actitudes, mitos y prejuicios sexista produce una cierta conculcación de los deberes más fundamentales en un regidor municipal así como de los derechos humanos. Cómo es posible que en un país donde se ha ilegalizado formaciones políticas y hay presos políticos por no condenar el terrorismo, haya un cavernícola de tal pelaje y tan retrogrado como éste. A quien justifica la discriminación y violación de mujeres no sólo se le infringe el más mínimo toque de atención, correctivo, apercibimiento y reprimenda punitiva o al menos por las mujeres con quienes comparte militancia o más bien gallinero en el PP dicho ejemplar homínido, sino por lo contrario se le ríe la maldita gracia al susodicho pollo por parte de forofos y acólitos del PP. Sí tales vejaciones, desvalorización, escarnios o cacareo de su ilustrísimo señor prehistórico lo hiciese en un Estado de derecho y democrático de la actual Europa donde la Justicia es independiente para actuar y abrir diligencias por un delito de apología, al incitar y animar al odio de género. Entonces otro gallo cantaría.

El estereotipo de la figura femenina en la doctrina judeocristiana responde a unas pautas y conductas tradicionalmente asociadas a un rol banal en la liturgia de la mujer; fruto del hombre a través de la costilla de Adam, encarnación del mal y el pecado al ofrecer a éste el manjar prohibido por dios y arrojar del paraíso, o desde la consagración de una prostituta redentora asignada a María de Magdala, hasta la concepción virginal de María la madre del niño Jesús. Pues pasamos de un papel extremo de pérfida depravación a la santificación en función de un comportamiento definido en la religión católica.

En Leon de la Riva en su faceta de comunicador institucional, ante la retahíla de comentarios peyorativos respecto de la condición sufridora de la mujer se evidencia una problemática social que incorpora al factor cultural presente, como una consecuencia a que la violencia de género contempla y pretende evidenciar una manifestación y disposición mas de la desigualdad e incapacidad de decisión de la mujer en nuestra sociedad, bajo una relación de sumisión androcéntrica y patriarcal, así como al vínculo de poder de los hombres sobre las mujeres que se ejerce sobre éstas por el solo hecho de serlo. Sus manifestaciones se basan en un efecto de atentar contra la dignidad de la mujer, al denigrar con el propósito de crear un entorno hostil y una situación humillante, y de ofensa colectiva. Muestra a las mujeres como animales instintivos, incapaces de controlar el apetito sexual, aduciendo así las practicas violentas.

Vídeo: IU Valladolid  http://youtu.be/WFxlud9aBsw

Entre las leyes que regulan ayudas a víctimas por actos de terrorismo: Real Decreto 1567/1990, de 7 de diciembre, la Ley 13/1996, de 30 de diciembre, y el Real Decreto 288/2003, de 7 de marzo, que aprueba el Reglamento de Ayudas y Resarcimientos a las Víctimas de delitos de Terrorismo.