viernes, 9 de noviembre de 2018

LA OTRA CARA DE LA MONEDA. El dinero en el Reino de Lidia.

Publicado en la revista Contribuciones a la Economía (noviembre 2018) ISSN: 1696-8360. 



Resumen

Las primeras monedas que más se asemejan a las que utilizamos para la economía de hoy día, aparecen en el antiguo reino de Lidia, y posteriormente en las polis de la Grecia arcaica continental. No está claro el motivo de su origen dinerarío, debido a que existen investigadores que vinculan el fenómeno monetario a una iniciativa económica del ámbito privado que trascendió a la esfera pública, para la mejora del abastecimiento de bienes y servicios. De una parte surge un elemento económico efectivo de resolución al contratiempo que suponía el transporte y validación de metales preciosos para el comercio. Por otra parte, se defiende desde lo académico que la aparición de la divisa fue motivado para posibilitar una eficiencia, facilitadora de las tareas administrativas a la hora de abordar el abono de las distintas tasas que utiliza la Ciudad-Estado, para financiar la propia polis, así los trámites en la actividad y recaudación por las transacciones que aparecen en los mercados. También se especula el surgimiento como un medio para realizar ofrendas perdurables y no caducas. Y una última hipótesis la vincula al pago a mercenarios.

Abstract.

The first coins that most resemble those we use today economy appear in the ancient kingdom of Lydia, and later in the polis of continental archaic Greece. The reason for its origin is not clear, because there are researchers who link the monetary phenomenon to a private initiative that transcended the public sphere for the supply of productions and services. On the one hand, it emerges as an effective economic vehicle for resolving the setback that involved the transport of precious metals for trade and its subsequent validation. Its emergence is also speculated as a means to make religious offerings lasting and not expired. On the other hand, it is defended from the academic that the appearance of the currency was motivated to enable a mechanism to facilitate administrative tasks when addressing the payment of the different tax rates used by the Government to finance the polis itself, the procedures in the collection for the commercial operations that appear in the markets of the polis. And a last hypothesis links its appearance to the payment to mercenaries.

Palabras claves Key words JEL.
Lidia - Lydia, electro - electrum, política monetaria - monetary policy (JEL: E52), marxismo - marxism (JEL: B14), comercio - comercial (JEL:F1), mercado - market (JEL: D4). 




Un rey ávido pidió que cualquier cosa que él tocara se convirtiera en oro. Los dioses se lo concedieron, y así pereció de hambre como cantan los poetas. (Aristóteles, Política I).

1.-Introducción 

La peculiaridad que posee la moneda lidia en sí, es que con ella se logró por primera vez contener en la misma una representación de valor inmanente, que a su vez fue una expresión de las transacciones que operaban en la economía real por una convención social del pueblo lidio. Luego, existía en la moneda una interpretación de equivalencia general sujeta al valor del oro y la plata contenida, bajo la particularidad de ser acuñada por el Estado soberano, y sobretodo reflejar el trabajo social necesario en relación a la mercancía. Es decir, los metales preciosos lidios tenían la cualidad de ser una mercancía cuyo precio se determinaría al igual que cualquier otra cosa u objeto, por el tiempo de trabajo asociado, y además de poseer la peculiaridad en ser un instrumento universal de cambio en el propio reino de Lidia. Y que posteriormente trascendería también a las Ciudades Estados, con alianzas o convenios de intercambio y colaboración comercial, administrativo, religioso o militar con la propia Lidia.

 La mercancía moneda lidia fue aceptada a cambio de otra mercancía cualquiera. De ahí, que la moneda representaría de forma artificial un valor precio, en términos de trabajo contenido en el producto ejecutado con la transacción mercantil. Donde el ágora se convirtió en un lugar para la obtención de los medios de pago necesarios para saldar una deuda, tras la ejecución de la compraventa. Cuando la circulación de los bienes se interrumpió, se inmovilizó asimismo el curso del dinero, que dejó de ser moneda para convertirse en dinero. Y éste no sería más que una mercancía más, con la particularidad que el dinero era a su vez un bien (ya que la moneda se podía fundir y utilizar para otras utilidades como hacer anillos, prótesis dentales o joyas) y una unidad monetaria para los lidios.

El dinero creó su valor y fue medido, y por lo cual la mercancía se comparó a ello. La moneda representaría valores mercantiles como magnitudes de igual denominación, cualitativamente iguales y cuantitativamente comparables. Donde el valor se constituyó, no por el tiempo necesario para crear un producto dado, sino en proporción a la cantidad de todos los demás productos que pudieron ser creados durante el mismo tiempo. Por tanto, la constitución del valor del oro y de la plata supuso la constitución ya lograda del valor de multitud de otros productos (1). Dichos metales expresaron todas las ventajas que los hacían aptos para desempeñar la función de dinero, y que eran: su homogeneidad material, su divisibilidad, su integridad y la posibilidad de contener un elevado valor en un volumen y peso reducido. A través del dinero, el valor de todas las mercancías se expresó con el valor de uso de una sola, que pasó a convertirse en equivalente general (2). Las mercancías o bienes y servicios tuvieron su origen en el trabajo del pueblo lidio, sobretodo el de sus esclavas y esclavos. 

En cuanto a la aparición de excedente de productos y la consecuente visualización de la riqueza. La primera forma de valor de la moneda lidia como valor de uso, trascendía a lo cotidiano, aquello que expresó la ínterrelación laboral del habitante lidio con la naturaleza; la segunda forma fue el valor de cambio junto al valor de uso, su disposición de valores de uso ajenos (relación social), que originariamente, pudo ser llamado a su vez valor de uso festivo, ya que superaba la necesidad inmediata del momento (3). La mercancía y el dinero constituyeron dos modalidades de un mismo proceso de intercambio, que requería el desdoblamiento de la forma mercantil del producto en su forma monetaria, para que el trabajo social contenido en las diferentes mercancías pudiera evaluarse a través de un mismo equivalente general. Las mercancías que se adquirían en atención a su valor de uso fueron vendidas por su valor de cambio, en sucesivas transformaciones de las formas equivalentes y relativas (4). 

En cuanto el Estado lidio comenzó a acuñar moneda, ello supuso que se garantizara las piezas de metal de forma fija con un peso estándar, y dio lugar a que se procediera a contabilizar más fácilmente el medio de intercambio que suponía ser la moneda. Con la aparición de ésta la monarquía lidia contó con un nuevo instrumento de sometimiento a los súbditos. El rey logró dominar al productor y a su vez controlar lo que se producía en su territorio, estableciéndose una nueva relación de poder que posteriormente propiciaría la corrupción de los gobernantes. 

El oro y la plata no eran aceptables de derecho sino porque lo eran de hecho, y lo eran de hecho porque la organización de la producción lidia necesitaba un medio universal de cambio. El derecho no era más que el reconocimiento oficial del hecho. Los soberanos lidios tuvieron que someterse a las condiciones económicas. Tanto la legislación política como la civil no hacían más que evidenciar, expresar y protocolizar las exigencias y necesidades de las nuevas relaciones económicas presentes en la época (5). No en vano, el imperio lidio desapareció, además, a como consecuencia a factores como el militarismo adherido y el afán constructivo, así como el derroche de la clase alta. Ya que la riquezas económicas nunca colmaron el ansia ostentoso de los reyes y privilegiados.

Divisa y política monetaria se remontan al comienzo de la historia económica antigua. La moneda es la representación de la demanda en virtud a un acuerdo aceptado por la sociedad, y de ahí procede su nombre nomisma. Ya que su procedencia no es natural, sino que su origen es por una costumbre convencional que se dota de un sentido legal otorgado por el Estado. Pero a su vez, el dinero es una categoría anterior al capitalismo, y por ello, es uno de sus preceptos y sustento principal. Su función principal será: medida de valor de una mercancía como expresión social al trabajo privado del productor de mercancías. Donde el usuario realiza el cálculo numerario espontáneo como reflejo de un ideal monetario que se espera obtener con el intercambio y transacción de producto. 

Gracias a la aparición de la moneda como expresión misma de la relación en la compraventa, nos encontramos con el surgimiento de un valor dado ya para la mercancía. Y de ahí, que la moneda representaba el valor económico, en términos de trabajo social presente para la obtención de un bien producto. Donde el dinero en sí era la condición que posibilitaba el intercambio. A posteriori, el capital expresará el vínculo existente entre propietario y no propietario de medios de producción. 

Hablamos de un valor con propiedades incongruentes, ya que el valor no tiene porque coincidir con el precio, pues pueden existir cosas que no son mercancías y que tengan precio como la tierra virgen, el agua y demás bienes naturales, es decir, los bienes creados directamente por la naturaleza sin mediar la intervención humana. 

El filósofo griego Heráclito de Efeso, originario de Jonia en el siglo VI a.n.e, llegaría a decir que; todo es cambio, las cosas se tornan fuego y el fuego cosas, así como las mercancías se convierten en oro y el oro en mercancía. 

2.-¿Por qué la moneda?

El germen del dinero estuvo en el surgimiento de un sistema de deudas privadas que eran reconocidas en una unidad de cuenta, que gradualmente adquiere reconocimiento social como una útil y significativa referencia para el pago puntual y preciso de las deudas. En consecuencia, el mercado fue un espacio en el que los usuarios buscaron dotarse de medios de pago efectivos medidos en dicha unidad de cuenta de referencia, para pagar así un compromiso adquirido (6). Aquí, es cuando encontramos el nacimiento de la acumulación capitalista, los mercaderes y tenderos acapararon la divisa para adquirir medios de producción o destinarlo en concepto de ahorro. El ágora ya no era un espacio económico para el trueque de productos itinerantes. Por contra, el mercado se convertiría en un lugar para la obtención de los medios financieros necesarios para saldar las obligaciones de pago. Y la acuñación permitió el uso corriente del oro y plata como medio de intercambio moneda, lo cual hizo posible soliviantar la creación del mercado ágora. Los metales preciosos eran también mucho más apropiados para un periodo en el que las guerras fueron muy comunes, porque éstos permitían ser más fáciles de robar que por ejemplo el ganado o los cultivos (7). 

El dinero correspondía a poco más que a la representación numérica del oro y que, como tal intermedió entre diversos productos para servir de medio de pago y contribuir así a la acumulación monetaria (8). Tan pronto como el dinero, y con él el mercader, intervino como intermediario entre los productores, se complicó más el sistema de cambio y se volvió todavía más incierto el destino final de los productos. Los mercaderes eran muchos y ninguno de ellos sabía lo que hacían el resto de comerciantes. Ahora las mercancías no sólo iban de mano en mano, sino de mercado en mercado; los productores dejaron ya de ser dueños de la producción total de las condiciones de su propia vida, y los tenderos tampoco llegaron a serlo. Los productores y la producción estaban entregados a los caprichos del monarca y al azar (9), a las llamadas leyes absurdas del mercado de la oferta y la demanda. En definitiva, a lo que Adam Smith denominaría la mano invisible.

La acuñación metálica de piezas de monedas que contenían la marca del Estado comenzó entre el siglo VII y finales del VIII a.n.e, en las Ciudades Estados independientes de Anatolia, como Jonia, y Sardes en el reino de Lidia. Al expandir el Estado la oferta de dinero mediante la moneda significaba estar en la continua búsqueda en tener que encontrar nuevas minas y yacimientos de metales preciosos como el oro y la plata. Ya fuese para saquearlo con el robo, o lograr de otros a través de vender bienes o servicios en un mercado a la postre internacional, para obtener de distintos pueblos aquello que éstos poseían y apreciaban de los demás. De hecho, la esclavitud y la violencia conquistadora se remonta a la preocupación de la oligarquía lidia por la adquisición de oro y plata. 

El uso extendido de la moneda común, según relataba Heródoto de Halicarnaso (a quien Karl Marx tomó como referencia en Grundisse), empezó en Lidia durante los subsiguientes reinados de tiranías monárquicas que subyugaron a sus pueblos y demás ciudades estados anexionadas, en su afán por la posesión de la riqueza ajena. Una fuente anterior a Heródoto, Jenófanes de Colofón, también afirmaba que los lidios inventarían la moneda (10).

Se reconoce comúnmente que el primer objeto de moneda conocido fue el electro de Lidia. La génesis de está primera moneda se encuentra aún en cierta medida envuelta en la incertidumbre, porque las piezas encontradas proporcionan poca información sobre el por qué del principio de la misma (11). Todavía, la aparición de ciertos objetos junto a las monedas tampoco implicaría que se hubiese desarrollado una economía monetizada; más bien una economía monetizada desarrollada posteriormente de la invención de las primeras piezas de metal acuñadas, y no se convirtió la moneda en una realidad extendida hasta después de su institucionalización como moneda de plata por el Estado (12). El primer lugar donde se estableció el uso generalizado de la moneda ya de plata, fue probablemente en las civilizaciones de la Grecia continental, durante la última mitad del siglo VI a.n.e. Luego de lo cual, la progresión de la economía monetaria por Occidente es un hecho indiscutible (13).

La disposición en que tanto el lenguaje como el dinero se unieron para la modernización de la ciudades y la vez la dejaron a ésta vulnerable, se debía al estrecho vínculo existente entre moneda, palabra y  polis. Hasta tal punto que la moneda como la palabra y la ciudad pueden parecer fenómenos naturales, aunque no lo sean. Pero, la realidad es que las tres eran desconcertantemente artificiales dada su tangible inherencia y relativa convención establecida por la humanidad. La moneda, la polis y la palabra servían como depósitos útiles y transmisores de valor tanto de materiales como inmateriales o abstractos. No obstante todas podían manipularse fácilmente para persuadir y controlar al prójimo. Heródoto, por ejemplo, vinculó acuñación y tiranía, diciéndonos que ambos provenían de la misma fuente, los monarcas lidios (14). El rey lidio Giges y sus descendientes como el rey Creso, pudieron obtener riqueza y poder manipulando apariencias empíricas, otorgando valor a los objetos comunes materiales e inanimados, así como dominando la actividad laboral como fenómeno social necesario para la producción cualquiera. Los monarcas supieron explotar a sus súbditos y esclavos (como forma dominante de la producción) mientras aprendían a acuñar dinero y controlar el valor de la moneda. Entretanto, si los lidios primero acuñan piezas de electro, fueron los griegos continentales los primeros en hacerla circular ampliamente por sus zonas económicas de influencia. Su acuñación y lenguaje propiciaron las interacciones comerciales en todo el mundo arcaico al insertar en la sociedad un nuevo método para la transacción mercantil. Pese a ello, se sentían incómodos con este instrumento de intercambio. Como muestra, las aportaciones críticas de sus grandes filósofos respecto a la acción de la moneda. La velocidad con la que las monedas y la palabra griega llegaron a ser comunes en toda la región del Mediterráneo parecía enfatizar un consenso entorno a la misma (15). Una convencionalidad asumida por una relación social, como diría Karl Marx, entorno a la moneda, y su operatividad en la economía real de la ciudad estado.

Dos graves situaciones contuvo el comercio de por entonces: en primer lugar, en cada transacción se tenía que sopesar la cantidad de oro o plata que se poseía, que representaba el precio de un bien, y era demasiado fácil trucar los pesos, así como los mecanismos de medición y precisión. En segundo lugar, que el metal pagado o abonado podría ser fraudulento al estar degradado, mezclado con otros metales. En cuanto fue el propio Estado quien comenzó a refrendar con su sello la producción y emisión de metales preciosos como moneda, con ello el primer defecto fue eliminado (16). El siguiente paso, se dio cuando el Estado garantizó en las piezas de metal de forma fija un peso estándar para proceder así a computar la moneda en unidades.

 Una autoridad emisora, la dinastía Mermnad, fue lo suficientemente poderosa para imponer a sus súbditos una moneda hecha con trozos de metal estampados. Una identidad por la voluntad de una entidad, estandarizado a un precio muy por encima de cualquier valor intrínseco. De ahí que desde su inicio la divisa contó con un factor fiduciario, al representar un valor que intrínsecamente no coincidía. Además, por primera vez en la historia, el dinero ya no se pesaría sino que se contabilizaría, lo que implicó amparar la confianza de los usuarios expresada hacia la autoridad emisora, que imponía su propio sello sobre la pieza de metal. Estas fueron las monedas electro, las primeras monedas que se conoce en la historia de la humanidad. Karl Marx y Frederich Engels afirmarían en su Manifiesto Comunista, que bajo el dinero la humanidad enterró su dignidad personal y redujo todas aquellas libertades escrituradas y bien adquiridas (17).

Lo determinante en la moneda lidia era que en ese preciso instante, muchas ciudades estados las emitían bajo denominaciones materiales como el bronce. Pero, la abundancia de cobre y la escasez o rareza del oro y la plata tuvieron que ser determinantes para establecer un valor de por sí en el propio insumo dada su demanda. Para que un valor constituyese un objeto de cambio, es decir, poseyese un valor de cambio, no podía ser que cualquiera lo obtuviere sin la mediación del cambio; no debía presentarse en una forma tan elemental como para constituir un bien común. La rareza del oro y la plata fue en este respecto valor de cambio de por sí, y por ello tal propiedad en los metales preciosos fue de vital importancia, aun prescindiendo de su relación más precisa con la oferta y la demanda (18). Ésta poseerá un valor aunque no tiene por que tenerlo, ya que tener valor no será lo determinante en la moneda sino que era el ser representativo de valor, como comentaremos más adelante.                                           

      El desplazamiento de un valor a otro, trajo asimismo un valor respecto a la materia prima que contenía la moneda, y por otra parte el valor por el que actuaría en el intercambio. Pues, no era lo mismo pagar en una pieza de bronce que en una de oro o plata. De ahí, que existía una anomalía entre los dos valores que se daba o representaba en la misma moneda de por sí. Por una parte, el valor mismo que contenía la moneda fruto de su propio valor como sustancia material. Es decir, el valor real de la materia prima contenida ya sea oro o plata, junto al valor en términos de coste de extracción para la transformación o producción de la moneda. Por otro lado, se encontraba el valor nominal respecto por lo cual obtengo con la transacción de entregar o recibir moneda en base a una reciprocidad de intercambio con otro usuario. Dicho de otro modo, el valor fiduciario que representó la moneda y que no poseía intrínsecamente. 

La anomalía comenzó en el minuto en que se golpeó con el primer troquel o cuño la primera moneda emitida en la remota Lidia. Karl Marx, lo describiría en el primer volumen de Das Kapital, cuando habló de la circulación de las monedas. Las cuales siempre se reducirán a una mera apariencia de lo que decían simbolizar. Lo que empezó siendo hecho de oro, y valiéndose del peso numérico estampado sobre él, siempre terminaba siendo reemplazado por otras monedas que simbolizaran un valor numérico, pero que son físicamente inútiles. Ya que tanto el oro como la plata de por sí no aportaban nada al mundo del trabajo. Marx llamó a este proceso derivación del dinero. Las monedas eran concretas, hechas de materia prima, pero se medían como dinero y convertidas en ésta, proporcionaban a las mercancías el material para la expresión de su valor, o bien en representar los valores mercantiles como magnitudes de igual denominación, cualitativamente iguales y cuantitativamente comparables (19). El nuevo objeto de la economía, la moneda, era una abstracción simbólica que solo aparecía en la mente de los lidios, y de pronto permitió a éstos a razonar y argumentar ideas intangibles conceptualmente. Nociones abstractas de valor, tiempo y existencia para la vida laboral, las necesidades y deseos inmediatos de consumo y ocio, así como la apropiación del entorno físico natural, como el agua y la tierra (20).

La tradición histórica griega atribuye al rey Creso de Lidia, un reino fronterizo que debió su prosperidad económica a la guerra y al comercio, y a como consecuencia de la iniciación por monarcas antecesores de esta práctica monetaria a alrededor del VIII a.n.e. Pues, con el desarrollo del comercio y la consiguiente aparición del dinero, los poseedores de tesoros, concentraron en sus manos la totalidad de moneda efectiva disponible, y por ello, los soberanos lidios se convertirían a la larga en una casta de usureros. El mismo Heródoto acerca de Creso, nos cuenta que los griegos contemplaban a los lidios con una malsana envidia y cierto complejo de inferioridad por el esplendor y refinamiento al que habían llegado. Relata la anécdota de cierto invitado griego por Creso, al que éste exhortó a que cargase con todas las riquezas que pudiera llevarse del palacio de Sardes. El invitado se llenó de oro en polvo la boca y las orejas, y de monedas de oro la túnica y vestidos. Salió de palacio convertido en una figura grotesca, sin poder dar casi un solo paso. Los demás griegos presentes, entre envidiosos y soberbios, le reprendieron por aquella codicia, indigna de un hombre libre de la polis griega. 

Sin duda, la moneda simplificó enormemente todas las operaciones comerciales, pero no fue en sí mismo absolutamente revolucionario la inventiva. Las primeras monedas de Lidia estaban realizadas de electro con un valor relativamente alto. En cambio, las ciudades estados griegas de Egina, Atenas y Corinto, posteriormente a que los lidios acuñasen moneda, éstos comenzaron a emitir pequeñas piezas de electro. Ellos sí acuñarían moneda con unas consecuencias verdaderamente revolucionarias. Al estar altamente monetizado su uso desde el principio de su circulación en las citadas polis. 

Ahora sí, sin duda había sido una molestia para el mayorista la medición de valor, al tener que viajar con pesos, barras de metal y sacos de grano; y para el pequeño minorista era sin duda una desventaja la introducción de la moneda a su inicio en Lidia. ¿Cómo iba a pagar el/la agricultor/a por una azada nueva, una ánfora de vino, o una alhaja con una moneda de alto valor referencial?. En una economía tan básica y ajena al uso común de la moneda, esas mujeres y hombres de Lidia debían por lo general regatear en el ágora para adquirir los productos, con un vendedor ambulante que ofertaba la mercadería de forma itinerante por varias plazas locales. A la vez se eliminó progresivamente el trueque dejando fluir el comercio libremente. Una vez más, el obrero pagado en especie tenía pocas opciones de adquirir bienes, dada la dificultad por la disposición de su salario en dicha manera no efectiva. Hasta que un significativo cambio corrigió esta dificultad de accesibilidad, que fue cuando la moneda trascendió desde la gran escala comercial a la actividad cotidiana doméstica y familiar. El granjero pudo convertir su pequeño excedente de productos agrícolas en un medio de intercambio inteligible de valor, fácilmente divisible que pudo reconvertir en bienes manufacturados de cualquier tipo y cantidad. El pequeño productor o el minorista logró intercambiar sus productos por metálico, que pudieron sumarse hasta que se acumulara un valor dinerarío que compensara su actividad laboral productiva. En el largo plazo, la acuñación fue corriente en los pequeños productores primarios y artesanos, y acabó monetizando todo el espectro de la circulación monetaria. Repercutiendo con una variedad cada vez mayor de acceso a todo tipo de productos de abastecimiento. A su vez, hizo rentable la fabricación de bienes baratos para el consumo popular de los lidios, y permitió incluso que el pequeño terrateniente pasase de la agricultura de subsistencia a la agricultura especializada. La producción por ejemplo, de aceitunas de mesa a aceite de oliva para la conservación de alimentos y la venta. Pero si el dinero acuñado emancipó al pequeño productor de un grupo de maestros, amenazó con entregarlo a otro. Por contra, la usura, las hipotecas y los especuladores también explotaron con el nuevo medio de intercambio allí donde se introdujo la moneda (21). Las luchas de los deudores contra los acreedores subyugaron la economía lidia en los primeros conflictos políticos de las polis, a como consecuencia del empleo del electro como componente de pago obligado para saldar las deudas en que se incurría. 
 Se considera por los expertos en numismática que fue durante el imperio lidio donde en principio la moneda debe su origen y prolífico desarrollo. Ahora bien, dicha región estuvo ubicada en lo que viene a ser la parte más próxima de Asia Menor al Mediterráneo de la actual Turquía. 

La acuñación era una conveniencia notable. También, fue una llamada a importantes fraudes privados y públicos, dada sus singularidades; especulativa, predisposición para el fácil atesoramiento tanto por el poco espacio de tamaño que ocupaba con apenas unos centímetros, como su durabilidad imperecedera (tan solo por la obsolescencia del desgaste en la moneda), la magnitud de valor que decía concentrar una pieza, así como a fenómenos inflacionarios o deflacionarios asociados a su presencia, y utilización efectiva en la superestructura de la economía lidia.



2.1.-Comercio público y privado

Lidia efectuó un considerable avance resolutivo en materia económica facilitando los intercambios de las redes comerciales, a como consecuencia de los problemas que creaba el transporte, así como la tasación de los bienes y servicios entre particulares por el trueque. Apareció el dinero metálico, la moneda acuñada, nuevo medio para que el no productor dominara al productor y a su producción. Se había hallado la mercancía por excelencia, que encierra en estado latente todas las demás, el medio mágico que pudo transformarse a voluntad en todas las cosas deseables y deseadas. Quien la poseía era dueño del mundo de la producción. ¿Y quién la poseyó antes que todos? El mercader. En sus manos, el fervor por el dinero estaba bien seguro. El mercader se cuidó de esclarecer que todas las mercancías, y con ellas todos sus productores, debían prosternarse ante la moneda. Probó de una manera práctica que todas las demás formas de la riqueza no eran sino una quimera, frente a aquella encarnación de la riqueza como tal a través de la moneda. De entonces acá, nunca se manifestó el poder del dinero con tanta brutalidad, con semejante violencia primitiva como en aquel periodo de su juventud. Después de la compra de mercancías por dinero, vino el préstamo y con él el interés y la usura (22).  

 La iniciativa privada fue quien comenzó a experimentar con las primeras monedas, para mejorar la operatividad en los intercambios comerciales y evitar así todos los inconvenientes ya descritos. Así el Estado lidio observó la mejoría y eficiencia que traía consigo las operaciones con piezas de metal por los comerciantes, y encontró una solución alternativa al inconveniente de validación productiva, para la posesión de metálico por parte de las manos privadas. Al asumir el Estado la función de acuñación. Imprimiendo y sellando una pieza de moneda de electro por medio de troqueles públicos. Por lo tanto, en Lidia las monedas aprobadas en un principio privadamente para facilitar la actividad comercial, evolucionaron, y se habían convertido en sancionadas por el Estado (23). Si bien, numerosos estudios han sugerido que los estados no poseían monopolios monetarios, ya que varias élites económicas, generalmente descritas como banqueros, también estaban produciendo las llamadas monedas privadas en paralelo con las oficiales de los reyes lidios y las polis griegas. Esta idea de la acuñación de moneda privada por la banca se ha expresado durante mucho tiempo y sigue siendo expuesta, pero sus detractores han argumentado en contra de la posibilidad de acuñación privada; centrándose principalmente en el alto nivel de autoridad política necesario para garantizar la valoración nominal de las monedas, y a su vez contar con el respaldo de credibilidad social para su manejo. Algo que nuevamente solo el Estado lidio poseería en relativa disposición jurídica y no individuos privados (24). Así pues, en caso afirmativo de la producción de moneda por el ámbito privado tuvo que realizarse bajo el paraguas y auspicio de la autoridad gubernativa, que autorizaría la emisión legal de moneda a mercaderes y banqueros mediante concesiones administrativas reguladas.

Su uso no solo se limitó a un territorio concreto sino que también fue eficiente para la importación y exportación de bienes y materias primas con otros pueblos circundantes del mar Egeo. Como medio de pago solían utilizarse por aquel momento metales como el cobre, el bronce, el oro y la plata. Estos metales eran tan valiosos que pequeñas cantidades de ellos podían cambiarse por gran cantidad de mercancías, y a su vez esas pequeñas cuantías monetarias eran fácilmente convertibles en otras manufacturas. Como ya matizamos, la dificultad radicaba en que cada pieza de oro tenía que pesarse a fin de calcular su valor, y siempre quedaba la desconfianza que el oro y la plata estuviese mezclado entre sí o con otros metales de menor valor presentes. Aparece entonces la idea de adaptar la figura del lingote a las necesidades del transporte comercial al por mayor y a larga distancia. El rey de Lidia, que quería atraer para sí el comercio de las ciudades marítimas griegas a los grandes centros comerciales de su capital de interior, Sardes, emprendió la acuñación de pequeñas monedas de electro, cada una de ellas pesaba solo unos pocos gramos. Tales monedas, de ahora en adelante, se usaría para el intercambio contra dinero de productos de valor comparativamente alto. El impulso del gran comercio fue así animado con carácter superlativo; y posteriormente repercutió en los granjeros y a los pequeños artesanos, y éstos usuarios finalistas pudieron a partir de ahora vender sus excedentes por dinero, en lugar de tener que recurrir a los problemáticos trueques (25).

El reino de Lidia emitió monedas, piezas de oro, plata o una aleación de ambas, en la que estaban estampados su peso y valor original. Las cuales, además llevaban un emblema del rey o algún que otro dibujo dinástico del clan o gens, símbolo que indicara su carácter oficial y que garantizaba así una pureza. Sin duda, el empleo de estas monedas ayudó y aceleró gradualmente la compraventa e incrementó la riqueza del reino lidio. No tardó mucho tiempo que la adoptaran los Estados vecinos (26). Pese a que, esta teoría que vincula la aparición de la moneda con el comercio, la banca, y afiliación del intercambio de bienes en las distintas regiones del Egeo e interior de Anatolia, suscita muchos quebraderos de cabeza en los análisis sucintos. Siendo esta hipótesis comercial bancaria del todo admisible por expertos en economía. Porque la investigación clásica describe los territorios donde aparece la primera moneda, como caracterizado por el discurrir un periodo de grave crisis económica y social en la región. A pesar que poseían tierras fértiles y una agricultura productiva notable. Aunque, desde el punto de vista crítico con la teoría comercial bancaria de la invención de la moneda, correspondería más la aparición a la necesidad económica del reino ligada a un afán recaudatorio para las arcas públicas, que revelaría y perseguiría satisfacer el ansia impositivo del Estado, que en lugar de fomentar o promover un espíritu emprendedor mercantil privado por parte del Estado lidio. Como se viene defendiendo por algunos autores. Todo ello a como consecuencia de la necesidad financiera del reino dado el alto coste del belicismo y la magnitud por la construcción de edificios públicos. Sostenidos su ejecución con fondos estatales y recaudados para destinarlo si fuera el caso al oficio religioso u otros menesteres. En un periodo histórico en el que no hay separación alguna entre dogma y Estado, éstos eran una misma confesión. Por caso, templos o túmulos funerarios pululan por doquier para que la población lograra realizar ofrendas religiosas a sus divinidades o fallecidos, así como elemento para saldar multas y tasas fiscales a través de un instrumento de valor y acreditativo de legitimidad que propiciaría la moneda. Sufragando así la opulencia por el lujo de monarcas, sacerdotes y acólitos.

 Aunque, existen estudios que creen que la invención de la moneda fue para dar una salida comercial a la ingente cantidad de mercadería de metal precioso (electro, oro blanco) que poseía el territorio lidio (27). Desde y con el órgano político como promotor, ya pudiese ser por la propiedad estatal de los propios yacimientos de electro que contara el reino lidio, o fruto del expolio de los mencionados metales en otros territorios ocasionado por la obtención de oro y plata tras guerras victoriosas acontecidas. Hay que decir que esta otra hipótesis estatal; el que la iniciativa partía del poder gubernamental para dar salida al enorme stock de electro fue la causa que motivaría la aparición de la moneda no es del todo descabellada. Ya que la autoridad política lidia sustentó su tiranía sobre una base metalista de acumulación de un recurso natural, que a pesar de ser una aleación abundante en Lidia, era codiciada en la humanidad dada su rareza. Asimismo, es un tanto incrédulo pensar en una faceta redistribuidora en la economía lidia por parte de los gobernantes corruptos en favor del pueblo, de una riqueza en un preciso instante en el que los lidios se encontraban con escasez de alimentos, en la más rotunda indigencia a pesar de los bienes naturales con los que contaban. Por esta razón, a los únicos que beneficiaria una salida comercial del electro propiciada por el gobierno y autoridades, era tan solo a los acaparadores de los metales preciosos. A quienes explotaran privadamente con esclavos las ricas minas o los prósperos ríos de electro. Debido a que el resto de la población lidia estaba lejos de los grandes circuitos de extracción, transformación, producción, comercialización e intercambio de metales preciosos como mercadería por bienes de primera necesidad. Si bien a su favor, habría que matizar que existen pruebas arqueológicas que han evidenciado la presencia de monedas lidia encontradas en tierras lejanas de su esfera de influencia política, de presencia del electro, es decir, que dichos descubrimientos denota un cierto convenio, alianza o sistema internacional monetario por el cual otras regiones aceptaban la moneda local o la griega a la hora de vender sus productos entre las distintas regiones, en virtud a protocolos de comunicación y acuerdos de interacción política en los intercambios de mercancías y dinero. Pero, ¿cómo se logró la internacionalización del electro?. Pues creando las condiciones necesarias para su asunción, como la existencia de un poder económico y político en los países emisores y con estabilidad en los mismos, se trataba de inspirar confianza y preservarlos del temor de la pérdida o falta de valor de la moneda. Todo lo cual, pudo el Estado lidio permutar sus excedentes de recursos de electro por alimentos procedentes de distintos territorios y regiones, con la finalidad de abastecer de alimentos a unos habitantes en la más absoluta carestía, aplacando así una situación de grave hambruna y crisis social.  

El comercio trajo a Lidia a multitud de extranjeros que se instalaron en busca del lucro fácil. Mas, a pesar de la tradicional tolerancia del pueblo lidio, los extranjeros no contaban de ningún derecho ni protección legal, por lo que el extranjero, fuese ya un mercenario o un comerciante, constituyó entre los lidios un estrato rechazado y un foco de malestar social. 

2.2.-Administración de la Ciudad Estado

Debido a la productividad limitada de la economía arcaica, la utilidad de la moneda en el momento de su invención como medio privado de intercambio es una hipótesis muy cuestionable, es decir, la idea central de ciertos historiadores equidistantes es que el ámbito privado, en inicio carecía de las herramientas necesarias para una producción considerable de moneda, en lo que vendría a ser aquello que conocemos actualmente como un Banco Central o Casa de La Moneda (FNMT), la actual institución pública responsable de la emisión efectiva de moneda. En definitiva, una acuñación privada masiva de electro para atender todas las operaciones comerciales, que ocasionaban satisfacer en el quehacer o rutinas diarias de la ciudadanía gracias a los intercambios. Por esta razón, los académicos postulan que el estímulo de la moneda se derivaría en muchos casos del objetivo del Estado en eliminar los costos de administración, en lugar de los costos de transacción mercantil (28). 

Debemos tener presente que el Estado lidio participaba en las transacciones comerciales de mayor magnitud mercantil como una más. Ya fuere como un sujeto en la actividad abastecedora de recursos, como demandante u oferente, así regulador en los intercambios, como es el caso de un ente aduanero en los puertos comerciales para el abono de los aranceles, en los mercados y plazas locales, o peaje a la entrada de las polis. Luego, el Estado conoció de primera mano la herramienta monetal desde el comienzo de su aplicación por el sector privado, si fuese la actividad propiciada. Es muy probable que la utilizaría el Estado a fin de mejorar el pago por las transacciones que debían abonarle los mercaderes o tenderos, en concepto de tasas para vender o comprar productos en la región de Lidia. De ahí, la tesis que vincula el provecho de la moneda con su implementación para evitar los costos de las tareas en la administración, ya que hasta el momento era frecuente el pago en especie o en metales sin referente a repercutir, para lograr saldar de esta manera los impuestos al Estado.

Sin embargo, a pesar que algunas evidencias sugerirían que la invención de la moneda en Lidia se debió a su utilidad como medio económico de intercambio mercantil, porque habría resuelto problemas de ineficiencia en las transacciones comerciales al por menor. Otras pruebas desacreditan esta influyente noción y la reducen exclusivamente a la esfera de la operatividad comercial al por mayor. Porque hasta ahora fue la teoría más extendida a la hora de abordar el origen de la moneda, así como su justificación. Debido a que la acuñación de electro no habría sido muy útil inmediatamente como medio de intercambio para las transacciones comunes. Esto se debe al inmenso valor concedido de una moneda pequeña, dando lugar en este caso a una economía poco monetizada. Así, el pistoletazo de salida para la invención de la moneda fue probablemente según los detractores de esta hipótesis comercial expresada en el anterior punto, con una utilidad de la moneda como una reserva de valor destinada tanto al abono de tasas municipales de la Ciudad Estado, como para la acumulación con fines religiosos por la clase sacerdotal de la polis. Por eso, es más probable que la administración se viera favorecida por la moneda, en lugar de por el intercambio que decía representar la misma.

Igualmente, la moneda poseyó un componente para la educación, formación de una conciencia cívica de la comunidad y de clase, así de sentimientos colectivos en un momento en el cual comienzan a gestarse las ciudades estado. Por consiguiente, la multitud de simbología usada en la representación impresa en las piezas. Acuñar moneda con las armas de la ciudad constituyó una orgullosa proclamación de la independencia política de la polis respecto de otras ciudades vecinas y rivales. La moneda se constituiría en un signo representativo del pueblo. Una especie de motivo o bandera será su reflejo tras la superficie del anverso. Una suerte fetichista de contarnos desde quién era el gobernante, a qué religión se veneraba, rendía culto o hasta qué queríamos destacar, presumir de la idiosincracia local coetánea.

Llegaba el mercader de electro a la ciudad estado. A las puertas de la polis, los funcionarios o guardia certificaba expendiendo con un recibo o permiso hecho de metal (que iría a convertirse en la moneda) para el derecho a la compraventa, a través del oportuno pago del impuesto tasa de peaje en depósito. Fundían el producto electro que portaba con destino a la compraventa del portador, y lo marcaban acuñando el emblema de la polis para así registrar la administración del Estado, la calidad y entrada/salida al ágora para la comercialización de oro blanco del mercader en la ciudad, y ya tenemos pues la moneda. Ésta actuó como si fuese un documento acreditativo, similar al dinero papel que regía con el patrón oro o con la monedas y billetes que portamos en la actualidad.

2.3.-Religión

Para lograr una finalidad financiera de lo divino o místico. La práctica dogmática de la fe politeísta proporcionó un contexto social en el cual la moneda de electro creció primero como una reserva de valor, y únicamente un tiempo más adelante como un elemento de intercambio para las actividades rutinarias del comercio. Más si cabe, quien fue la institución que acuñó las monedas en Lidia está sujeta a numerosas interpretaciones académicas. Mientras, que la suposición de los economistas es que el Estado habría sido el primero en acuñar monedas, hay evidencias y reticencias a considerar que el gobierno de la polis fuese el iniciador en la usanza monetal.

La idea del nacimiento de la moneda como objeto religioso surge a raíz de la primera aparición documentada de monedas de la cual tenemos constancia, reflejada a su vez en un ensayo realizado por el profesor, John H. Kroll, en una de sus expediciones a Sardes (29). Nos lleva a considerar que fueron usadas como muestras ceremoniales, ofrendas a oráculos y sacrificio hacia las divinidades. Esto sugeriría que su utilidad procede del satisfacer con ella una deuda espiritual con el dios o dioses que se veneraban, en lugar de un propósito para corregir las ineficiencias comerciales que surgían del trueque (30). Defienden, que las monedas de electro habrían sido demasiado valiosas para la práctica cotidiana de los ciudadanos comunes de a pie, como hemos explicado antes, y puesto a lo cual, solo las utilizarían las élites económicas lidias (31). 

 Para algunos estudiosos la primera institución que promueve acuñar en Lidia es la corporación o ente religioso, y dentro del culto que se profesaba en dicho reino. Tales liturgias fueron siempre supervisadas ​​por el Estado. Sin lugar a dudas, el poder de los funcionarios religiosos también entró en simbiosis con el gobierno pragmático de cualquier polis. Las veneraciones religiosas ocuparon un espacio de consideración en la vida de los pueblos arcaicos y en ocasiones ejercieron un gran poder sobre los asuntos mundanos y particulares. Es importante destacar el papel de la religión en los orígenes de la acuñación, no por la distinción entre religión y Estado, sino por entre la parte del Estado que administró y reguló las relaciones entre los lidios, y la parte religiosa del Estado que supervisó esa relación del propio Estado en su conjunto, y los dioses. Esta relación religiosa entre lidios y deidad jugó un papel fundamental en la creación de la primera moneda. El reino arcaico era sin duda confesional, estaba igualmente interesado (incluso más) en las divagaciones de la adoración y demás asuntos empíreos que en lugar de colmar y dar respuesta a los problemas terrenales.

Los hallazgos arqueológicos encontrados en el Templo de Artemisa en Éfeso, admite un uso múltiple en el empleo de estos objetos monetarios funerarios que puede haber implicado una eliminación de su faceta original mercantil. En este caso, posiblemente cambiando su propósito dinerarío al de las ofrendas de los devotos religiosos. El examen de las primeras monedas encontradas en Lidia mostraron alguna idiosincrasia acerca de cómo llegó a ser la vida en el modelo patriarcal de la sociedad lidia. Las excavaciones revelaron los hallazgos más importantes de la primera moneda, como escribiría Kroll. Las excavaciones del Museo Británico durante los años 1904 y 1905 en Éfeso, descubrieron noventa y tres monedas de electro dejadas como ofrendas en la última mitad del siglo VII a.n.e. (32). Dentro del panorama político y religioso lidio era lógico que las personas ofrecieran unas ofrendas de valor significativo a sus dioses y semidioses respectivos. Visto que en dicho período la religión vio el surgimiento de templos monumentales tales como el citado Templo de Artemisa, construido en Jonia tras ser conquistada por los lidios. Dicho templo era considerado una de las siete maravillas del mundo antiguo.                         

Los aumentos en la riqueza individual, las creencias religiosas, la unificación de la mitología griega por todo el Egeo, dieron lugar a una gran fuerza a dichas afirmaciones que dan protagonismo a lo divino. O sea, el carácter de muchas ofrendas religiosas era dar a los donantes un estatus, reconocimiento moral superior sobre los demás miembros de la sociedad. Cierta autocomplacencia atemporal por su donación al dios, sensación de bienestar personal, un ejercicio sagrado por su ofrenda al templo o dioses de credo. A diferencia de las donaciones de alimentos o animales las cuales tienen una caducidad perecedera o lapso vital. La durabilidad en el tiempo de las muchas ofrendas realizadas en electro y prominentes en cantidad, es una característica que sugeriría y denotaría que las monedas encontradas en dicho yacimiento pudieron haber sido un gran regalo a un dios en el ejercicio de la aflicción, y realizado por uno o varios ricos donantes. Los templos monumentales caracterizaron la progresión griega desde los senderos tribales hacia las polis, solidificando una unificación de los ritos ceremoniales presentes, costumbres sociales y creencias populares entre todos los pueblos griegos, filo-griego o asemejados a éstos como el pueblo lidio.

El crecimiento de la riqueza gracias a los excedentes de productos, la estructura social de la polis y las ofrendas religiosas fueron simultáneos con el desarrollo de los templos y sepulcros monumentales. Los templos implicaban gastos masivos a costear por una mayoría de la comunidad creyente. A medida que el mundo griego y lidio fueron creciendo, sus templos y túmulos se hicieron más elaborados artística y arquitectónicamente, así como costosos de sufragar tanto su construcción como su mantenimiento. La jerarquía sacerdotal habría sido la más involucrada en la supervisión de la construcción de tales edificios profesos. Al percibir las sacerdotisas y los sacerdotes la necesidad en tener que lograr cada vez más dinero para poder construir espacios destinados a adorar a los dioses, honrar a los fallecidos o a otros menesteres religiosos. De ahí, se sostiene que fue necesario desarrollar un método de pago o recaudatorio más preciso para conseguir el dinero que lo sustentara, e hiciera posible su supervivencia representativa y divulgadora del credo. Debían innovar un nuevo método para “pasar por el cepillo” a los feligreses, y así lo hicieron. 

La moneda de Lidia probablemente fue acuñada primero como ofrenda de electro de un grupo social adinerado particular, y luego más tarde, utilizadas como un medio para financiar los gastos en que incurrió la veneración religiosa. Lo que es importante sobre este desarrollo en el pensamiento, es la difícil distinción entre las dos instituciones, el Estado y el rito. En lugar de impuestos que proporcionan los ingresos de moneda que podría acuñarse para una finalidad devota, la ceremonia recibió directamente ofrendas en modo de electro, sin intermediar el Estado lidio en la gestión de tramitación. Pero, sí en la producción de la moneda. Así, podría gastarse en proyectos ambiciosos una vez que ha acuñado el Estado la moneda. Luego los defensores de tales conjeturas sostienen que el electro se hizo primero para el culto, al estar dispuesto el creyente a ofrecer piezas de electro a su dios. Esto centralizó, concentró y monopolizó el material precioso en una institución importante, la religiosa, que permitió a su vez la circulación de la moneda a como consecuencia de la propia necesidad que requería la doctrina, como por ejemplo, manutención de la institución mística, la adquisición de materiales para la construcción, mano de obra civil, arquitectos, orfebres, herreros, pintores, herramientas, esclavos, esclavas, etc., para la obra del Templo. 

Al mismo tiempo, en este proceso las personas que ofrecieron el electro están en mejor situación económica para ejercer su transacción por derecho propio. Creen ganar el tan deseado halo de favor de los dioses y, eventualmente transfieren, una reserva de valor que pudo ofrecerse al rito en lugar de obsequios o ganado, como un regalo honrado a la divinidad, ahora además se convertirá en un medio de cambio y pago. Este obsequio o señal, logró proporcionarle al templo la capacidad de propagación y difusión de los preceptos religiosos que defendían; al igual que crecer en términos constructivos, ampliandose el recinto, los edificios, dotando de mayor actividad mística o a devotos, adquiriendo nuevas tierras para el propio consumo interno de las sacerdotisas y los sacerdotes o para arrendarlas a otros, o la existencia simple, llana y contemplativa de la misma jerarquía sacerdotal y de profetas. Además, de sufragar con las donaciones en moneda cualquier otro gasto cuantioso o emolumento que necesitase el templo. Quizás, la intervención del Estado en la arquitectura monumental del templo presentó una fase intermedia donde esta acción se volvió necesaria, debido a que los nobles necesitarían de medios monetarios y recursos que el Estado lidio proporcionaría al culto para el adoctrinamiento y difusión de los preceptos religiosos, en connivencia con las clases sociales más privilegiadas, para favorecer con la religión los intereses económicos y de explotación a favor de ésas mismas clases pudientes.

Aún más adelante, esto consolida la idea de la acuñación como un medio conveniente de intercambio. Entonces, se pueden obtener moneda de metales más asequibles que pueden convertirse en un interesante medio de intercambio cotidiano.

El Estado lidio probablemente se involucró en la fabricación de moneda de electro a través de su participación en el culto. El tema representado en la primera moneda de Lidia era de carácter religioso, según una serie de académicos. Éstos a menudo han citado el sellado de metálico como evidencia que el Estado impulsó la monetización (33). Así la estampilla en moneda probablemente no se referiría a su valor para el comercio, sino que simplemente estaba destinada a ser una marca de propiedad nominal de las monedas encontradas en el templo (34). Aunque, podemos observar que las proto-monedas de las que se tiene constancia documentada, y que muestra monedas elaboradas de electro, éstas eran básicamente selladas con unas líneas perpendiculares o en paralelo, marcadas con un golpe troquel cuadrado en el dorso o anverso de la moneda, y una simple marca en el reverso. De ahí que extrañe una interpretación ritual en tal tipo de moneda con una característica y fisonomías tan rudimentarias, y nucleares en apariencia superficial. Donde es difícil observar una interpretación de matiz divino, más bien correspondería a un componente que evidencia su tratamiento y aspecto estrictamente contable y administrativo.

La hipótesis que relaciona la religión con el invento y desarrollo de la moneda se sustenta en gran medida a raíz de los descubrimientos acaecidos en el yacimiento arqueológico del Templo de Artemisa en Éfeso. Los cuales de una parte por el hecho de la ubicación de las monedas encontradas en dicho lugar, suponen la base por la que se vincula en teoría la aparición del fenómeno monetario con una fe procesada, y por otra que se interpreta la simbología contenida en la moneda como ritual. Todo lo cual suscita muchas reticencias a lo defendido por Kroll y otros autores, es decir, no por la falta de credibilidad en las afirmaciones sino por reducirse a un único hallazgo por caso, en un único descubrimiento arqueológico en el monumento religioso citado, para de ahí elaborar una teoría que muestra a la fe como fruto y partícipe en la aparición de la moneda. Cuando es razonablemente semejante el mismo argumento que ellos utilizan para denostar la hipótesis comercial en la inventiva. Al rechazarla por la falta de medios técnicos que contaría Estado y banqueros para la producción masiva de moneda, en la utilización del electro como medio. También, puede ser dicho argumento válido para negar la tesis de la religión como vehículo inicial de la moneda. El fundamento que si el Estado y la banca carecía de técnica para producirla masivamente para una finalidad comercial, ¿por qué iba el Estado o los sacerdotes a contar con recursos suficientes para producir la moneda con una finalidad exclusiva de ofrenda?. 

La entrega de dinero fue al principio un acto religioso de idolatría; practicábase en el templo de la diosa del amor, y primitivamente el dinero ingresaba en las arcas del templo. Las esclavas que sirvieron en los templos como por ejemplo el de la diosa Afrodita en Corinto, fueron de las primeras prostitutas en recibir monedas. El sacrificio de entregarse al hombre, deber de todas las mujeres en un principio, no fue ejercido más tarde sino por las sacerdotisas tras el consiguiente pago u ofrenda en moneda al Templo (35). En otros lugares como en Lidia, la prostitución, como ya haremos mención, provino de la libertad sexual “concedida” a las jóvenes antes del matrimonio.  

2.4.-Ejército de mercenarios

La modalidad monetaria podría deberse a un procedimiento para el pago de sueldos y salarios a los mercenarios enrolados en los ejércitos, que se encuentran realizando conquistas territoriales en nombre de los soberanos lidios. Lo que indicaría una economía medianamente monetizada ya a su comienzo, por el elevado número de piezas de metal y de alto valor, a diferencia de la teoría comercial y religiosa. El que las monedas acuñadas fuesen de un valor que se pudo utilizar para hacer frente a las actividades cotidianas, significó un cambio trascendental para la economía lidia, visto que corrigió la dificultad operativa de la moneda, y que fue cuando ésta pasó a divulgarse desde la gran escala comercial a las transacciones de compraventa del quehacer diario a nivel individual.

Así mismo, surge una conjetura que vincula la aparición de la moneda con una meta de financiación para con los mercenarios enrolados en los ejércitos lidios. Cada vez más numerosos y costosos de mantener, y simultáneamente complicados en lograr una fidelidad con los reyes lidios si no es por la consabida remuneración salarial. Además, la moneda aparecería como una útil herramienta para sufragar las ingentes campañas bélicas que se emprenden. También, se tiene a considerar que la moneda nace como un medio de pago adicional a dichos soldados al servicio de varias élites pudientes.

Dado que incluso la moneda electro más pequeña en Lidia representaba una enorme suma de dinero en su día. Los investigadores han reconocido que dichas primeras monedas solo se usaban para transacciones extraordinarias, probablemente por instituciones o personas acaudaladas. Los intereses de los donantes ricos y las empresas expansivas como la comercial o la institución religiosa, convergían más en la idolatría a dios, que en el Estado lidio. Pero, como los Estados y otras instituciones fueron los que hicieron los mayores gastos de consumo de bienes, es probable que hayan sido éstos los primeros usuarios de moneda. Por ejemplo, los gobiernos del mundo arcaico a menudo contrataban mercenarios para combatir en las guerras a fin de ampliar los territorios de influencia política y con ello la injerencia comercial, administrativo y religiosa sobre otros pueblos. Sin embargo, la acuñación definitivamente no fue inventada para facilitar solo el comercio (los fenicios, que eran magníficos comerciantes, estaban entre los últimos que adoptaron la moneda). Parece haber sido inventada por primera vez para pagarles a los soldados, siendo probablemente los gobernantes de Lidia, los primeros en hacerlo, al pagarles de esta manera a sus mercenarios griegos. Cartago, otra gran nación comerciante, comenzó a acuñar monedas bien tarde, y entonces solo, y explícitamente, para pagarles a sus soldados extranjeros (36). Éste sería un excelente caso de una transacción en que la moneda fue de ayuda negociadora. Los mercenarios deseaban el pago inmediato de su sueldo antes de realizar la consabida y oportuna prestación militar, en lugar del abono del salario en el futuro, tras el servicio profesional castrense. Por ello, debía pagarse en una mercancía o producto por adelantado a éstos, en otras palabras, con anterioridad a ir a la guerra o rebelión que aplacar. Los soldados querían el sueldo que les correspondería previamente. 

Esta moneda de electro se debía haber producido masivamente, a fin de acometer un desembolso generoso, como pudo ser pagar de antemano a un ejercito constituido por un todo o mayoritariamente por una tropa de mercenarios. De manera que, se observaría un nivel medio de monetización de la economía lidia en la etapa más temprana del fenómeno, debido que las denominaciones se usan a menudo como aproximaciones para el nivel de monetización de una economía. Amén de estos hechos, las denominaciones electro, incluso las más pequeñas entre ellas, representaban valores altos que variaban desde el salario de un mes para la denominación mayor, hasta los gastos de una semana para lo más liviano. Luego, su uso como hemos expresado anteriormente como medio de intercambio para las transacciones cotidianas no era muy convincente en principio. Estas primeras cuestiones se ajustan probablemente a que la introducción de la moneda viniera a la ayuda financiera del ingente gasto estatal por el continuo belicismo imperante. Siendo los soldados los usuarios finales obvios de este asunto que nos trae a colación, el por qué de la moneda. Pues, el ejército representaba el gasto público más importante a ejecutar presupuestariamente en la economía por el Estado lidio. Por ende, se solicitaría a los usuarios de la confianza que inviertan en la autoridad emisora, ​​y de ahí, la estrecha relación entre la moneda y el pago militar. El primero es un elemento clave en las ciencias económicas desde la antigüedad hasta el presente.

Por otra parte, los mercenarios eran un estrato social distinto del ciudadano libre de la típica polis griega o lidia, sobretodo los mercenarios supervivientes vencidos en una guerra. Pero a pesar de ello, éstos eran imprescindibles tanto para las ciudades lidias como las griegas ubicadas en Asia Menor, así como en las polis continentales. Todas las urbes, se encontraban continuamente rivalizando entre sí y contra los estados aledaños, y de ahí la necesidad de sostenerse políticamente a través de la fuerza, coacción y poder de sus ejércitos, con el ejercicio del monopolio de la violencia sobre el territorio. Los habitantes locales y en el caso que existiese la milicia, no eran suficientes para cubrir las filas del ejército. Sí querían los gobernantes que continuara la población civil y esclavos produciendo bienes y alimentos, ya fuese cosechando, labrando la tierra, pescando o trabajando en cualquiera de los gremios presentes en las polis. Por lo cual, la ciudadanía y esclavos no pudo aparcar su labor u oficio para enrolarse en las huestes e ir a la guerra. Salvo contadas excepciones en el que la población se alistaba en el ejército, en momentos muy puntuales como para la defensa de la ciudad. Visto que si el pueblo abandonaba la actividad laboral traía el consiguiente empobrecimiento del Estado, por la falta de mano de obra que produjese. De ahí que las florecientes ciudades tuvieron que recurrir en innumerables ocasiones a mercenarios, a extranjeros para que se incorporaran en los ejércitos foráneos para guerrear. Y a pesar de ello, los mercenarios no gozaban de la estima ciudadana y privilegios de los hombres libres de las polis. Por tanto, un procedimiento para incorporar a los extranjeros a la economía local y colectividad ciudadana, fue gracias al pago en moneda por su acción militar a realizar en diferido o no. Pues, a través de la introducción de la moneda se propiciaba indirectamente la integración social del forastero en el selecto y exclusivo modo de vida de la ciudad. Al hacerlos partícipes del circuito monetario a través del compromiso de deuda y gasto efectuados por éstos en la polis. A su vez, la ciudadanía necesitaba de esa moneda en manos de los mercenarios para hacer ofrendas, adquirir bienes, vida ociosa o pagar los impuestos y tasas que requería el Estado a sus habitantes. 

El pago de un salario en moneda a mercenarios parece ser uno de los propósitos iniciales de la acuñación de electro en Lidia, y que dada la naturaleza de la moneda pretérita, en particular su peso estandarizado, y la cabeza de león que aparece en muchas de ellas como símbolo bélico, por la connotación o carga agresiva que denota la representación de dicho animal felino en las piezas de metal, merece tenerse en consideración tal propósito militar. De tal modo, que es una hipótesis plausible qué fuesen emitidas para poder realizar un relativo gran número de pagos iguales, elevados, fáciles, transportable y duradera, y que la autoridad o persona que realizaría los pagos quizá a mercenarios sería el mismísimo rey de Lidia u otros poderes y autoridades. En la misma línea, es aceptado el origen como pago a mercenarios por historiadores. Algunos se muestran más agnósticos ante tales hechos. Sea como fuere, es muy posible que en el ejército lidio hubiese mercenarios de origen griego a los que se pagara en moneda de electro (37). Quienes incoarían con las migraciones una internacionalización efectiva del dinero. Ahora bien, el destino de esa moneda abonada como salario a los mercenarios pudo converger con la religión, el comercio y la administración. En primer lugar, porque los mercenarios tuvieron que realizar ofrendas a los oráculos en los Templos con esa moneda para disponer del beneplácito de los dioses y profetas, después o antes incluso de ir a la batalla. O bien, con esa moneda previo a ir a la guerra la pudieron dejar en depósito a sus familias para que hicieran frente a las deudas y gastos habituales de la economía doméstica, o también destinarlas al ocio como el juego, y hasta por qué no dedicarse a la impúdica e inmoral prostitución. 



3.- La moneda de electro

Unas toscas pepitas de electro o también llamado oro blanco, que en sí misma es tan solo una aleación natural de oro y plata, constituía la inicial pieza monetal, y en lo que vino a derivar la mercancía dineraria en uso. La moneda de plata la sustituiría después, y posteriormente el oro.       

El electro fue el embrión de la primera moneda según la versión más extendida entre los investigadores numismáticos de la actualidad. El electro o electrón (del latín electrum) poseía un color y silueta no uniformes en apariencia. Entre las que acuñaban los lidios variaban según cada una de las monedas la fisonomía de ésta. Además, se le proporcionó un amplio aspecto cromático a la misma, si bien el peso entre ellas sí era homogéneo. Dicho de otra, no existían dos monedas de electro iguales en aspecto superficial o apariencia, a consecuencia de la distinta composición contenida presente de la primigenia divisa hecha de electro. Unas monedas que podían tener una tonalidad más oscuras o claras, otras más simétricas, irregulares o perfectas. No en vano, su proporcionalidad para la medición fue lo determinante para su desarrollo y asimilación por distintas regiones y ciudades estados que poblaban diferentes territorios de Anatolia y Hélade. Todas y cada una de las piezas se establecían en una misma referencia de magnitud de peso, de ahí su estandarización. Estas pepitas de electro, los esclavos lidios la extraían en las orillas y arenas auríferas de las riberas cercanas a ríos adyacentes como el Pactolo, y también de las minas del monte Tmolo. Por este motivo, el reino lidio contó con una fuente cercana de un insumo para su economía, tan escaso y raro, pero con cierta abundancia local y barata su extracción por el trabajo esclavo, y a la vez una materia tan codiciado por reyes y señores de la guerra, tanto propios como extraños. Mas si cabe, éste no era el único medio para la obtención del preciado metal. Entretanto, fruto de las victorias militares y conquistas de demás estados con el consiguiente pillaje y saqueo de los tesoros de los conquistados, se obtuvo oro y plata que posteriormente era fundido, y acuñaban moneda que era repartida entre el regidor monarca imperial y un glorioso ejército de mercenarios triunfal. 

Sin embargo, el empleo de piezas de electro no se estableció comúnmente fuera de Lidia en sus inicios, ni circulaba no muy lejos del lugar de emisión e influencia política y comercial, y su utilidad fue continuamente limitado durante el tiempo de existencia de la misma, hasta su desaparición como materia prima en la segunda mitad del siglo VI a.n.e. (38). Aparentemente reemplazado por monedas de plata (39). Y que las monedas de plata reemplazaron las piezas de electro implicaría una función similar o idéntica de las mercancías de electro y de plata como dinero. No obstante, ello todavía no está del todo claro y la facilitación del comercio como ya habíamos adelantado, pudo no haber sido siempre el objetivo principal de su manejo aún dada la gran controversia que suscita.

De todas maneras, no hay nada concluyente acerca de la autoría de la invención de la moneda porque ésta se le otorga desde a mercaderes jonios, pasando por banqueros comerciales, sacerdotisas hasta incluso a los ya mencionados reyes de Lidia. El economista J. K. Galbraight toma como referencia los textos de Heródoto para atribuir también la innovación de la moneda a los lidios. Nos dice Galbraight que: el metal era una cosa bastante engorrosa de aceptar, pesar, dividir y comprobar su calidad, en polvo o en pedazos, aunque más conveniente, a este respecto, que utilizar las cabezas de ganado como factor de medición y cambio. Por consiguiente, desde los primeros tiempos que conocemos, y probablemente desde antes, el metal se acuñó en monedas de un peso determinado (40). El principal artículo que las tribus de pastores ofrecían en cambio a sus vecinos era el ganado. Éste llegó a ser la mercancía que valoraba a todas las demás y se aceptaba en todas partes a cambio de ellas. En síntesis, el ganado desempeñó las funciones del dinero y sirvió como tal. Con esa rapidez y precisión se desarrolló desde el comienzo mismo del cambio de mercancías la necesidad de una mercancía que sirviese de dinero (41). Al desarrollarse el cambio, fue aumentando la importancia del dinero. Generalmente, ejerció funciones de dinero la mercancía más extendida como objeto de cambio, que no era otra que la moneda. En muchos pueblos, especialmente en los que se dedicaban al pastoreo, se empleaba como dinero, en principio, el ganado. En otros, desempeñaban estas funciones con anterioridad al uso de la moneda; la sal, el trigo o las pieles. Gradualmente, todas estas formas de dinero y otras fueron viéndose desplazadas por la moneda metálica (42).

Si bien, hay investigadores que consideran que antes que en Lidia fue en la región de Jonia en el siglo VIII a.n.e., donde comenzó la acuñación de moneda. Basándose en la Iliada de Homero, concretamente en el Canto XXIII. Cuando éste habló de: dos talentos de oro, como premio para el segundo vencedor tras una competición deportiva en dicha Ciudad Estado. Ergo, pasaron los jonios a ser considerados por ciertos académicos como los precursores en la práctica de la moneda, y por el descubrimiento ya citado de moneda de electro atribuidas a jonios y encontradas en el yacimiento arqueológico del mencionado Templo de Artemisa de Éfeso. También mucho antes que lidios y jonios se le atribuye a Filón, rey de Argos en Egina (actual Grecia), el primero en imprimir con su sello real, oficialmente en una pieza de metal, dándole así curso legal a ésta. Tras retirar el propio Filón el uso de unas bastas y poco sofisticadas varillas conocidas como espetones (obeliskoi), a la sazón elemento afín de uso y valor de cambio utilizados, hasta la introducción y extensión de la moneda electro como tal en Egina. Parece ser, que los primeros griegos en acuñar monedas al estilo de Lidia eran de Egina. La cual era una isla de importancia comercial relevante en el oeste del mar Egeo. A Egina se le acredita la introducción de monedas a la civilización occidental, y hay considerables evidencias que este honor está del todo justificado. Una de estas pruebas es que el estándar egino para pesas y medidas se convirtió en una de las modelos de medidas utilizadas para la moneda en todo el mundo griego, al igual que posteriormente se utilizaría el modelo de la polis de Mileto como estándar de referencia métrico. Por más que, la plata finalmente se convirtió en el único metal a constituir en la producción de monedas. Egina produjo una estampilla electro en el siglo VII a.n.e, lo que toda vez sugeriría algún conocimiento de las monedas lidias. La moneda de plata de Egina tuvo similitudes con las monedas anteriores de Lidia, y probablemente comenzó su acuñación en la segunda mitad del siglo séptimo. Tenía en su anverso una tortuga marina, un animal sagrado para la diosa Afrodita, y una marca de golpe en el reverso. Al final este diseño evolucionaría hacia una tortuga terrestre y un golpe con las letras de la ceca de Egina.

 Otros autores, como la historiadora marxista Cloude Moisés, consideraba que fue sin lugar a dudas en Atenas el lugar de aparición monetal más destacable. Mucho tiempo después que en Lidia, Jonia y Egina, hacia el 575 a.n.e., y tras la expansión de su empleo por las riberas septentrionales del mar Negro. Cuando comienzan realmente a circular las primeras monedas de modo dilatado por todos los territorios de influencia ateniense, principalmente en las ciudades estados que formaban parte de la Liga marítima de Delos. Ello, por las innovaciones y calidad en la acuñación de la moneda ateniense, y tras la promulgación de una ley de pesos y medidas que regiría su emisión y circulación, y ayudaría a la propagación, difusión y extensión de la moneda como sistema acreditativo de valor y medio de pago por toda la Hélade, que abarcaba desde el Mediterráneo occidental hasta Oriente Medio.                                    

El poder del dinero en manos de los soberanos lidios creó un nuevo derecho consuetudinario para garantizar al acreedor frente al deudor, y para consagrar la explotación del pequeño agricultor por el poseedor de moneda. En la Grecia continental, la campiña estuvo erizada con postes hipotecarios en los cuales estaba escrito que las fincas donde se habían puesto, se hallaban empeñados a fulano o mengano por tal o cual cantidad de dinero. Los campos y viñedos que no tenían esos postes, habían sido vendidos en su mayor parte, por haber vencido la hipoteca o por no haber pagado los intereses de la misma, y luego eran ya propiedad del rey o noble usurero; el campesino podía considerarse feliz cuando lo dejaban establecerse allí como colono y vivir con 1/6 del producto de su trabajo, mientras tenía que pagar a su amo los 5/6 como precio de arrendamiento. Y aún más: cuando el producto de la venta del lote de tierra no bastaba para cubrir el importe de la deuda, o cuando se contraía la deuda sin asegurarla con prenda, el deudor tenía que vender a sus hijos como esclavos en el extranjero para satisfacer por completo la deuda con el acreedor. Tal fue la hermosura aurora de la civilización en polis como el ateniense (43).     

Al margen de controversias sobre la época, y la autoría real y/o oficial de la invención de la moneda en la esfera académica, en lo que viene a ser su nacimiento en lo que es la actual Turquía occidental o Grecia. Lo cierto, es que todos los reinos antiguos en algún momento de su historia económica utilizaron piezas de metal para el pago de impuestos y salarios, pero dependían para el resto de abonos de desembolsos en especie de los graneros, y almacenes de todo tipo. Desde los cuales se distribuían la mayoría de los variados bienes para consumo individual o colectivo. Principalmente a la parte de la población que no producía, es decir, a los funcionarios, militares y clase ociosa (44). Este planteamiento nos describe una situación de coexistencia entre el manejo de metálico, el trueque, y el pago en especie en distintos estratos sociales de la ciudad. De ahí, que la aparición de la moneda electro sería gradual con periodos en el que su implementación pudo ser mayor o menor, en función a momentos de asimilación y aceptación general de su empleo por la sociedad. Pero, lo que está claro es que no desplazó tan rápidamente al anterior medio de pago existente como era la especie y el trueque. Fue paulatina su aplicación por los usuarios hasta una vez los monarcas y los oligarcas impusieron jurídicamente la obligatoriedad en el pago de las deudas con dicho instrumento financiero.

La unidad contable monetaria tuvo posteriormente como denominación utilizada por los griegos el nombre de estater (στατήρ). Sin embargo, diferentes ciudades le fijaban un peso distinto. En el sistema monetario lidio equivalía la moneda a un tercio de estater con un peso aproximado de 2,56 gramos y un diámetro de 10 mm. También se acuñaron diversas piezas fraccionarias, incluso algunas muy pequeñas, lo que demostraría que las monedas no sólo eran utilizadas para realizar grandes pagos efectivos, no en especie, sino también tras su éxito e implementación la moneda comenzó a utilizarse como ya dijimos para los intercambios cotidianos del día a día. Mas, hay que matizar que no fue en inicio, sino después de comprobar su utilidad y viabilidad como medio capaz dinerarío, de ahí la controversia. Que es cuando se da la ocasión en que llega a la ciudadanía común. Es decir, ya fuesen mercenarios, reyes, sacerdotes, grandes terratenientes, banqueros, tenderos o mercaderes, éstos fueron quienes comenzaron a usar en primera instancia la moneda, más tarde y por necesidad de los primeros llegó al pueblo llano. 

En este contexto, es importante recordar que en un pasaje del Libro I de Heródoto, éste adjudicaba a los lidios el ser los primeros tanto en acuñar moneda como en practicar el comercio minorista. Pero ello, no quiere decir que la finalidad de la moneda fuera la pura actividad comercial al por menor. Se trataría de sinergías como la estandarización de la moneda, las economías de escala o la circulación de la misma lo que provocaría ajustar más los valores monetizando respecto de las transacciones a gran escala. Propiciando a su vez un repunte del comercio al por mayor dado el crecimiento de la demanda de productos. 

Ellos fueron, al menos que sepamos, los más aventajados en acuñar para la utilización pública de la moneda de oro y plata, los primeros que tuvieron tabernas de vino y comestibles, refiriéndose Heródoto a los lidios. Los inventores de los juegos que se usaban también en Grecia (45). A estos juegos le seguirían muy pronto las apuestas. Porque a los lidios se les imputa también el haber inventado los juegos de dados, en un periodo en el que la sociedad lidia vivía una situación de hambruna generalizada. Las excavaciones arqueológicas indican claramente que las apuestas y los juegos de azar, como los que utilizaban huesos de los nudillos de animales muertos, proliferaron en el área anexa en torno a los mercados de las localidades (46). Si bien, esta actividad tan frenética por el ocio se debía a que tras ser conquistada la ciudad de Sardes, una ordenanza reguló las actividades lúdicas a fin de granjearse el sátrapa conquistador de turno a la población local de Sardes. Obligándoles a acudir a tabernas y burdeles o asistir a los juegos públicos que se celebraran en dicha ciudad, con el fin de distraerlos de la penuria económica por la que atravesaban.

Por otra parte, las primeras emisiones de moneda de electro fueron anepígrafas. A saber, carecían de inscripciones, utilizaban símbolos como animales o seres mitológicos o la propia imagen de los reyes, así como medidas o los bienes a utilizar con la moneda en sí. Hasta que posteriormente se introdujeron abreviaturas y palabras completas que tendían a ser étnicas, nombres de ciudades de referencia o cecas de emisión. Las primeras monedas que se confeccionaron de electro, convertían la aleación en fichas ovaladas, varias veces más gruesas que las monedas actuales y equivalentes en tamaño al tercio superior de un dedo pulgar de una persona adulta. Para garantizar su autenticidad, el monarca hizo estampar en cada una de ellas su emblema o insignia real, en Lidia una cabeza de león. El proceso de estampar a troquel el sello aplanaba el oro blanco sobre un yunque por unidades, iniciando de ese modo su transición desde un trocito de metal ovalado a una moneda plana y circular. Asemejándose éstas a las  de hoy día.

4.-Empleo de la moneda por todas y todos

Probablemente lidios y también jonios, los cuales guerrearon entre sí, fueron los primeros pueblos conocidos que acuñaron piezas de moneda en plata y oro con un carácter oficial, y largo tendido en el tiempo. Además, extendiéndose su operatividad a los numerosos territorios por los que se expandieron gracias al comercio y tras las extensas conquistas militares. No en vano, distintos pueblos de la denominada Grecia continental ya utilizaban dinero que se asemejaba a las monedas, para diversas actividades y negocios mercantiles. Como ya hemos señalado fue Fidón, rey de Argos en Egina, quien posteriormente terminaría por introducir una moneda semejante a la Lidia en dicho territorio. Adaptadas, al darles él sí un uso para las transacciones habituales y domésticas más corrientes de la vecindad.

Aunque veladamente y con fines espurios de entre esas transacciones económicas, una a la que habría que hacer mención es el pago en moneda por “servicios” de prostitución (hetaira) en Lidia. Ellas fueron las que sobresalen por su ingenio y gusto artístico. Además, a juzgar por las aportaciones dinerarias que realizaban las meretrices en las contribuciones públicas registradas durante la celebración de las ceremonias fúnebres lidias, se deducen unos fuertes ingresos y acumulación de moneda en los túmulos funerarios. Sepulcros a honor y gloria de la flor y nata lidia; monarcas, militares o terratenientes, todos ellos venerados por la sociedad del momento. 

Se da la circunstancia que entre los lidios existía el hábito religioso en los padres de prostituir a sus hijas, al ser ellas quienes ostentaban la exclusividad de elegir esposo para sí mismas. Las mujeres con el dinero obtenido en el ejercicio de la degradación sexual lograban reunir su propia dote y ajuar, mediante dicha actividad denigrante para consigo misma, y lograr así un esposo. Ellas, obligadas a prostituirse por los progenitores paternos hasta que llegaran a establecer un hogar o nexo conyugal, tras encontrar un esposo varón. A diferencia de los pueblos griegos continentales, que no utilizaban dicha práctica inmoral para con hombres y mujeres, sobretodo para con las últimas. 

Pues, se da el hecho que en Lidia existía el túmulo de Aliates II, padre del rey Creso, el cual tenía en la base unas grandes piedras junto a una cantidad considerable de tierra apilada. La obra se hizo a costa de los tenderos de la plaza y de los artesanos, ayudándoles también las jóvenes solteras, con una contribución económica realizada para colaborar en el sagrado entierro del emérito Aliates II. En este túmulo se podía observar cinco términos o cuerpos, en los cuales hubo inscripciones que indicaban la aportación realizada por cada uno de aquellos gremios presentes. Y dada las medidas del cuerpo monumental, mayor que las demás era la parte que correspondía a la ejecutada por las muchachas prostituidas. Lo que no era de extrañar, porque todas las hijas de los lidios vendían su sexo, ganándose así su dote “voluntaria”. Hasta tanto se casaran con un determinado marido, que cada una por sí misma se buscaba (47). Con el tiempo, la denominada revolución comercial que trajo la moneda a la ciudad de Sardes provocó significativos cambios. 

Como ya hicimos mención Heródoto, pero también Platón, relataron con asombro la costumbre regida en Lidia de permitir que las mujeres escogieran a sus esposos. No en vano, a través de la acumulación de monedas la mujer alcanzó cierta emancipación económica respecto de sus tutores, al conformar independientemente su propio congruo, y así dispusieron ellas de una relativa mayor “libertad” para elegir al marido conveniente. 

Platón sobre la moneda nos describiría a unas oligarquías que se habían convertido en ávidos codiciadores de riquezas y adoradores feroces del oro y la plata, pues éstos almacenaban clandestinamente tesoros privados y mantenían ocultas dichas riquezas, así como residían en viviendas amuralladas, verdaderos nidos particulares, donde derrochaban el dinero gastándolo para con las mujeres prostituidas o para quien a ellos se les antojase o viniera en gana. Eran además ahorradores de su dinero, como quien lo venera y no lo posee abiertamente, y amigos de gastar lo ajeno para satisfacer sus instintos primarios y pasiones más bajas (48). 

Muy pronto se incorporaron nuevas actividades al mercado de las regiones o ciudades estados. No tardó mucho tiempo desde los primeros negocios y tiendas comerciales en aquel los proxenetas comenzaron a edificar locales de alterne. Prostíbulos para ejercer el lenocinio a través de las casas especializadas en servicios sexuales, para los muchos varones que lo requiriesen e involucrados en las actividades comerciales o no, que se daban en las ciudades. Así como vida ociosa para los mercenarios tras sus largas temporadas haciendo la guerra, sometiendo a trabajadores, aplacando revueltas campesinas o levantamientos populares. Los primeros burdeles conocidos se construyeron en la ciudad de Sardes, que vino a convertirse en la más importante urbe del reino de Lidia. Muchas mujeres jóvenes y solteras de Sardes trabajaron en tales burdeles, el tiempo suficiente para asegurarse el dinero necesario y requerido para poder realizar el enlace matrimonial que anhelaban. A como consecuencia del cumplimiento de los cánones religiosos y morales imperantes en la sociedad, así como los roles sociales establecidos en dicho periodo histórico. La prostitución fue una realidad social y religiosa, promocionado tras la nueva disyuntiva monetaria.

El matrimonio era una carga, un deber para con los dioses, el Estado y los ancestros. Esa dote dineraria necesaria como requisito prematrimonial y aportada por las jóvenes mujeres lidias al casamiento, tenía como finalidad atender al levantamiento de una señal en depósito entre las lidias y lidios, por las cargas comunes de la misma unión legal nupcial. Para establecer así una comunidad de intereses patrimoniales en ambos sujetos maritales. Donde dicha dote debería ser devuelta una vez disuelto el matrimonio. O sea, la moneda tenía un componente de cambio pero a su vez también de transmisión de una deuda en depósito por el mero hecho de aportar una especie de arras al otro, en este caso al cónyuge varón desde la esposa mujer. Aquí, la moneda tuvo una función económica evidentemente de atesoramiento dinerarío, acumulación. Actuó como refugio de un dinero procedente de la órbita productiva de la prostitución para atesorarse con y tras el contrato del matrimonio entre la mujer y el hombre. Karl Marx en su obra, La cuestión judía, dice: el dinero humilla a todos los dioses del hombre y los convierte en una mercancía. El dinero es el valor general de todas las cosas, constituido en sí mismo. Y además, Marx también nos cuenta sobre la dominación del dinero, que éste genera: desprecio de los mismos nexos de la especie, las relaciones entre hombre y mujer, son convertidos en objeto de comercio (49).

En cambio, en Jonia, las mujeres no aprendían sino exclusivamente a coser, hilar y tejer, y en casos muy puntuales a leer y escribir. Prácticamente se encontraban cautivas en sus separados aposentos de la vivienda, y únicamente se relacionaban con otras mujeres. Las mujeres solo salían a la calle en compañía de sus esclavos o de los eunucos asignados, y cuando estaban en sus casas eran vigiladas.

5.-Operatividad monetaria

5.1.- Circulación y acumulación
Supuso una metamorfosis de la mercancía que derivaría en continuas y recurrentes crisis económicas en el reino de Lidia. El dinero funcionaba como medio de circulación y llamamos circulación de mercancías al cambio de éstas operado con ayuda de la moneda. La circulación de las mercancías se encuentra indisolublemente unida a la circulación del electro: al pasar la mercancía de manos del tendero a las del cliente comprador del ágora, la pieza monetal pasó de las de éste a las de aquél. 

A fuerza de circular, las monedas se desgastaban y perdían una parte de su valor oro. La experiencia de la circulación monetaria reveló que las monedas desgastadas podían llevar el cometido de medio de circulación al igual que las monedas que conservan todo su valor áureo. Ello se debe a que el dinero, en su función de medio de circulación, conlleva implícitamente una faceta de transitoriedad. Por lo general, el tendero o vendedor de un producto tomaba el electro a cambio de la mercancía. Por consiguiente, la moneda, considerada como medio de circulación, no necesitaba poseer obligatoriamente un valor propio (50). Es decir lo que hizo a la moneda útil como medio de valor e intercambio no es que ella de por sí contuviese un valor, esté hecha de algo al que le dábamos valor, sino que lo determinante era que la moneda representase un valor. 

 Para muchos investigadores la inventiva para con la moneda consistiría en parte en reconocer y atajar la existencia de un claro problema, a como consecuencia del trasporte del oro en ingentes cantidades. De ahí la necesidad de crear una operativa de lingotes muy pequeños y fácilmente transmisibles. Pero, con el paso de los años la utilidad de la pieza monetal contuvo nuevas equivalencias de cambio y valor, como muestra a no más de unos pocos días de labor o una pequeña fracción de una cosecha. Al confeccionar esos lingotes más reducidos, de un tamaño y peso estándar, y al imprimir en ellos un emblema que indicaba su valor incluso a analfabetos. Las ciudades ampliaron exponencialmente su potencial de posibilidades mercantiles de establecerse allí cualquier empresa o compañía de tipo comercial. 

En lugar de evaluar por ejemplo, un kilo de trigo en 5 jornadas de trabajo, se pasó a evaluar con el electro tanto la mercancía como la actividad productiva del trabajo lidio. Ello, siguiendo el ejemplo anterior, llevó implícito que 5 jornadas de trabajo equivalían como producto a un electro de oro y plata. Es entonces cuando la moneda jugó un rol de equivalente general y medida de valor. En otras palabras, la mercancía quedó vinculada al patrón de tiempo de trabajo. Por eso, el valor in situ de la moneda fue de un barómetro del valor de cambio del resto de las mercancías. De manera que, cada transacción que resultase en la actividad comercial obteníamos un patrón objetivo de verificación del tiempo de trabajo utilizado, y necesario en la producción de la manufactura (hecha a mano por el esclavo). Donde la mercancía expresó su valor en metálico por el simple hecho de que era moneda, ése fue su aspecto cuantitativamente comparable del que nos habló Karl Marx. Esto último está acreditado por el hecho que el dinero puede en algunas de sus funciones ser representada por símbolos de valor, simples signos de sí misma, y que en consecuencia llegaremos a verla desde una concepción mítica, como un puro símbolo, el fruto del simple consenso universal de considerarla como moneda (51). Pero además, la moneda acuñada garantizaba la unidad de cuenta de una manera que no podía hacerlo las propiedades físicas de la mercancía del denominado objeto dinerarío. 

La moneda se convirtió por arte de birlibirloque en un objeto debido al rey o tirano de turno. Ya que de éste procedía, al refrendar el monarca con su estampa real o sello la moneda, y a él deberá regresar; por ello, su circulación y regulación estaba asegurada en su territorio de implementación, y de esto derivó una liquidez absoluta en términos de propagación de su empleo, posterior monopolio del Estado en la emisión y/o reacuñación de moneda. El pueblo lidio y comerciantes privados la necesitaban para pagar tributos y operar en las transacciones financieras diarias, de tal manera su aceptación se volvió general en la economía y por la sociedad.

Karl Marx en su capítulo III del Tomo I de Das Kapital, nos decía que: El oro funcionaba así como medida general de los valores, y sólo en virtud de esta función, la mercancía equivalente específica devino en primer lugar en dinero. Las mercancías no se volvían conmensurables por obra del dinero. A la inversa. Por ser todas mercancías, en cuanto valores, trabajo humano objetivado, y por tanto conmensurablemente en sí y para sí, pudieron medir colectivamente sus valores en la misma mercancía específica y ésta convertirse en su medida colectiva de valor, esto es, en dinero. En cuanto medida de valor, la moneda es la forma de manifestación necesaria de la medida de valor inmanente a las mercancías: el tiempo de trabajo (52) medio necesario para reproducir sistemáticamente una determinada mercancía.

El dinero se desarrolló a partir del intercambio de mercancía, el cual dependía de la cantidad de trabajo necesario para la producción de la misma mercancía. Así como la medida de valor, que se establecería con arbitrariedad por el Estado o gobierno lidio, visto que era él quien controlaba la economía con la oferta y cantidad de moneda en circulación en cada instante, asimismo del valor que decía representar ésta. Si bien, el economista Karl Polanyi clarificó ciertos matices respecto de la moneda. Ya que para él; el dinero es tan sólo una expresión de poder de compra que, como norma general no será producido de ninguna forma sino que será creado por el mecanismo de las finanzas del Estado. Por lo que, la función de la moneda más perniciosa para las relaciones mercantiles es la de medio de circulación y la de atesoramiento que le es correlativa, a saber, de libre apropiación de los patrimonios ajenos en deudas (53). Entonces, la existencia de una necesidad por parte del poder político lidio hacía que una vez instituida la moneda, ello tuviera como efecto el desarrollo de una lógica y praxis financiera de lo mercantil, administrativo, militar y religioso. Y dio como resultado la emisión y proliferación de piezas de moneda de electro, que las mujeres y hombres “gozaban” de la libertad de poseerlas. Así, como de la compra y venta de bienes alimenticios y servicios sujeto a ella. Luego, se llegó a que los lidios podrían especular con los precios de los bienes ya que pudieron almacenar las monedas, pues no pagaban al productor de un bien perecedero con otro bien perecedero, si fuese el caso. Ahora, el valor de las cosas ya no era fijado por el poder político sino que los precios se fijaban por la lucha inexplicable por el acaparamiento de valor, bajo la apariencia metálica de la moneda de electro, y con ello se manifestaría la consecuente especulación dineraria. 


5.2.-La transacción mercantil de metal

De acuerdo con la teoría metalista, la cual considera el origen de la moneda lidia como medio de transacción que surgiría de manera espontánea en el sector privado. E incluso el elemento dinerarío que debía ejecutar dicha función de medio de transacción tuvo que ser algo que fuese de utilidad, que poseyera valor independientemente de la función monetaria dando así credibilidad a la misma. Mejor que utilizar como dinero tablillas de madera con marcas, trozos de arcilla o barro seco sellados, por lo frágiles y fáciles que los materiales eran tanto de emular como copiar. Comenzó a utilizarse la aleación del oro blanco. 

La introducción de la moneda fue además, es cierto, un medio de evitar el engorroso pesado de los trozos de metal en las grandes operaciones comerciales, pero ésta no resultó ser su única finalidad. El Estado lidio garantizaba el valor intrínseco produciendo él pequeños lingotes marcados con una estampa, sello que certificaba su calidad, peso, y hacía de ello innecesario tener que determinar el valor de cada pieza una a una. Hasta aquí, como ya hemos visto con anterioridad todo correcto. Sin embargo, esta teoría no se correspondería con las características de las primeras piezas acuñadas de electro. El Estado no pudo certificar un valor intrínseco uniforme en las piezas que acuñaba, ya que en cada caso, tenía la pieza de electro un valor diferente correspondiente al porcentaje de oro presente en cada moneda, éste es en cierta media un aspecto cualitativo de la mercancía como tal, y mencionado por Marx. En otros términos, la novedad fue la estandarización por la emisión del electro, pero el valor desde el punto de vista áureo de una moneda y otra eran distintas dada la composición de metal en cada pieza. El contenido de oro o plata en cada electro difería. Esta paradoja intrigó por mucho tiempo a los investigadores, pero fue resuelta de manera algo convincente por R. Wallace en un artículo. En su tesis, el origen de la moneda es precisamente un resultado de las dificultades para el uso del electro en el comercio lidio. Antes del siglo VII a.n.e., no se conocía todavía el sistema para separar el oro y la plata, cuando se encuentran ambas en aleación, por lo que la riqueza proporcionada por ríos como el mencionado Pactolo, o el Hermo, no podía ser aprovechada adecuadamente para el comercio. Hasta que los lidios lograron separar oro y plata en su aspecto natural bruto. La respuesta a este primer problema fue que el Estado produjo piezas de peso uniforme con fracciones estandarizadas, y garantizaba su valor marcándolas con una estampa a troquel. La moneda fue inventada, en parte, para resolver el problema de la aleación material del metal contenido con el consiguiente valor intrínseco y a su vez variable, que existía en las piezas de electro, ya que no podían circular de forma efectiva sin una garantía de valor, dada su condición de ir mezclado ambos metales de oro y plata entre sí en la moneda lidia.                                     

La simbología contenida en el anverso (cara) de las piezas de moneda era una marca emblemática que designaría su influencia normalizada en las sociedades de Lidia y de la Grecia arcaica. Pero el que la pieza se convirtiera en un medio aceptado de cambio susceptible de circular por un territorio  concreto, cuyo valor, es decir, la relación con la unidad de cuenta utilizada, sea reconocido por todos los sujetos y usuarios implicados en la operación mercantil, y a su vez que ya no fuese necesario un complejo mecanismo de verificación de la pieza monetal, del contenido metálico y peso de la moneda lidia. Cambió de forma trascendental a la hora de ser verificada la moneda por su forma y el número de punzones presentes, marcas realizadas en el dorso (reverso o cruz) de la moneda. Ahí estuvo la innovación que definió al nuevo tipo dinerarío lidio que surgía del ámbito de las transacciones privadas y que constituirá un novedoso caudal monetario. La acuñación implicó el establecimiento de una nueva legitimidad de la soberanía política, ya que el dominio público no solo envolvió a la sociedad con la redistribución de un instrumento para saldar las deudas privadas, sino que además penetró y buscó regular con la moneda el movimiento de las tensiones que emanaban del mismo, fruto del desarrollo político internacional de la economía lidia. 

Por ejemplo, la imbricación de los espacios monetarios de ciudades vecinas condujo a las ciudades jónicas a ligar unas monedas con otras. Los patrones de cuenta que utilizaban para construir un sistema más complejo entre las distintas monedas de estatero (evolución de electro) revestidas de una marca de la misma forma, los tres cuños cuadrados del sistema de Mileto en el dorso de la divisa. Luego de lo cual, fueron definidas paridades de cambio entre las piezas de dicho sistema de Mileto, llegando a acuerdos de convertibilidad entre dicha ciudad y la polis de Éfeso y el reino de Lidia, que dio pie a un mercado de divisas en toda regla. Lo que da una idea de un sistema de intercambio ínterestatal monetario entre distintas ciudades estados sobre la base de acuerdos de reciprocidad e interacción comercial, y además conllevó a una alta monetización (54).

A las postrimerías, planteó una serie de prolegómenos del mercado de divisas y que son característicos de un sistema monetario internacional como pudo ser la cotización de cada una de las monedas del denominado como estatero, que acuñaban las distintas regiones. Porque la fuerza de expansión de las relaciones mercantiles en el mar Egeo, en el momento en que la acuñación permitía su existencia desbordó el marco jurídico de toda soberanía local como era la de Lidia. De la misma forma, se concretará en el obstáculo que apareció con la retirada del curso legal en las viejas piezas acuñadas y al después reemplazarlas al acuñar las piezas de nuevo tipo o reacuñar las antiguas. Se ve así hasta que punto, desde sus comienzos, la acuñación fue una relación social en la cual la soberanía política desempeñó un papel decisivo, junto al respaldo jurídico que le daba soporte de legalidad. Pero que trascendió del ámbito de lo particular o local a las relaciones con las otras ciudades estados con las que convergió comercial, militar, ritual o administrativamente el reino de Lidia. Las comparaciones realizadas por expertos numismáticos han demostrado, que la desconexión del valor instituido de la moneda acuñada en relación con las equivalencias establecidas se produjo desde el principio de la acuñación.

5.3.-Conmensurable

Una característica general de las emisiones tempranas en electro era la gran diversidad de motivos. Las piezas tenían una condición muy irregular pero los estándares de peso fueron respetados rigurosa y escrupulosamente. Algunas monedas tenían simplemente una superficie con estrías o marcas irregulares, mientras que en otras aparecían sobre todo diversas representaciones de animales. La evidencia arqueológica indica que ambos tipos de motivos son contemporáneos, y no el resultado de una evolución gradual. El león fue la figura más popular, pero también aparecían en otras monedas: lechuzas, caballos, búhos, toros, cabras, perros, pájaros, ciervos, serpientes, focas o las ya citadas tortugas en Egina. Objetos como ánforas, arcos e incluso diosas, seres mitológicos y sobretodo reyes. La moneda no era únicamente un instrumento para mejorar la administración y gestión del Estado, realizar las ofrendas religiosas, el pago a mercenarios o propiciar mejoras en el comercio, sino que además contuvo una faceta fetichista e instructiva, de propaganda hacia al sátrapa gobernante desde sus usuarios súbditos. Tanto como reflejo del fervor por las creencias religiosas de la sociedad, como un papel de adoctrinamiento y sumisión a lo establecido. La religión, el que esté en el dinero materializada en una inscripción o signo que haga referencia a lo divino, le proporcionaba un valor extra institucional a la misma moneda. Encima, del ya aportado por el monarca con la estampa de su sello real, por lo cual él confería al dinero de una relación de sometimiento. El matiz de dogma de fe, le otorgaba una señal o credencial mística. Una bendición sagrada e espiritual en el pago, y a su vez a la transacción mercantil de producirse. El intercambio se protegía con el beneplácito de los dioses celestiales junto al del monarca.

Al elaborar los trocitos del mismo peso, y por ende, de aproximadamente el mismo tamaño, la administración del reino lidio eliminaba una de las fases más engorrosas del comercio; la necesidad de pesar el oro cada vez, en cualquier transacción que se hacía. De ahora en adelante, los funcionarios públicos y los mercaderes pudieron estimar el valor a simple vista o bien contabilizar el número de monedas. Esa estandarización redujo en buena medida la posibilidad de hacer trampas con la cantidad o la calidad del oro y la plata en cualquier pago de impuestos, abono o intercambio. Uno no precisaba ser un experto en el manejo de una escala o en el arte de valorar la pureza del metal para pagar una tasa o adquirir un arma, una cesta de trigo, unas sandalias, unos tejidos o un ánfora con aceite de oliva. El empleo de monedas que habían sido pesadas y estampadas con un sello en el taller real hizo posible que la administración y mercaderías fluyera más rápidamente, y le permitió a los lidios participar del comercio incluso si no disponían de una escala de medidas. Así, Aristóteles siglos después de su aparición y en plena ebullición y apogeo de la misma dispuso que: la moneda, por lo tanto, servía como el medio que hacía las cosas conmensurables y las reducía así a la igualdad. Si no hubiese intercambio no habría asociación, y no podía existir intercambio sin igualdad, y no había igualdad si no había conmensurabilidad (55). Y es que como dice la actual definición de moneda, siempre ésta estará sujeta a medición o valoración por sí misma.

5.4.-Político

La riqueza de los antepasados déspotas reyes lidios no surgió exclusivamente de sus conquistas militares y embaucar al pueblo con el miedo a ellos o un dios concreto, sino también con los beneficios generados de la actividad comercial asociado a dicha prerrogativa bélica y religiosa, en sintonía con la normalización de la moneda. Durante los distintos reinados se crearon y evolucionaron nuevas monedas de puro oro o pura plata en lugar de las simples de electro. Empleando sus monedas recién inventadas como un medio estandarizado de intercambio, los mercaderes y tenderos lidios negociaban las necesidades cotidianas en existencia de; granos, pan, mantecas, aceite, leche, trigo, ganado, queso, cebada, arroz, sorgo, mijo, vino, miel, cuero, cerámica, aperos y madera, y además también mercancías de lujo, como perfumes, cosméticos, alhajas, amuletos, instrumentos musicales, cerámicas vidriadas, figurillas de bronce, lana, telas purpúreas, tapices, mármol y marfil.

La variedad y abundancia de bienes comerciales condujo rápidamente a otra innovación, el mercado minorista. En lugar de permitirle a ciertos compradores que localizaran a alguien, a un tendero con disponibilidad de lanzas, arcos, vino o de joyas para la venta. Los monarcas de Sardes establecieron a través de los espacios de esparcimiento colectivos para la concentración comercial de productos, un sistema nuevo e innovador en el que cualquier mercader que tuviera algo que vender, incluso por muy extraño que fuese el objeto o el bien, podía acudir a la plaza central de la región o ciudad Estado a ofrecer su mercadería o manufactura previo abono de los permisos e impuestos correspondientes, para lograr así efectuar la actividad comercial en el lugar dispuesto por la administración pública. Numerosos pequeños negocios se alineaban en el mercado y cada comerciante se especializaba con respecto a una determinada mercancía. Había quien vendía en el ágora un día aceite y otro que ofrecía pescado. Uno ofertaba pan y otro demandaba cerámica. Unos comerciaban con bienes de primera necesidad y otros con instrumentos musicales o despachaban telas de seda del lejano oriente, y los había que acudían por utensilios de cocina. Dicho sistema de organización de un espacio para la ejecución con dinero de las transacciones que operan en modo mercado se extendió a finales del siglo VII a.n.e.

El mercadeo se volvió tan relevante para los lidios que Heródoto los calificó como una nación de kapeloi, que significa mercaderes o vendedores, pero con alguna connotación ofensiva, equivalente a mercachifles o charlatanes. El uso de la moneda en las transacciones se expandió con gran celeridad por toda la Hélade, aprovechando el mar Mediterráneo como principal vía o red de difusión de lo mercantil. Encontrando en las monedas la herramienta predilecta para perfeccionar el comercio. Y ajustar los valores de los diferentes niveles de transacción financiera, desde aquéllos intercambios estatales a gran escala a los que se realizaban en un comercio de reducido ámbito local. Heródoto apreció que los lidios se habían convertido en una nación de tenderos, en términos peyorativos. Habían transformado el simple intercambio y el trueque en un comercio en toda regla (56).

Gracias a la moneda, tanto el comercio y como la guerra dieron pie a una fabulosa riqueza para unos reyes que gobernaron todo un Imperio. Pero los despiadados tiranos monarcas y los clanes más escogidos de Lidia malgastaron su fortuna, desarrollando una gran afición por los bienes lujosos en una auténtica escalada consumista y suntuaria que finalmente acabó degradándolos y enguyendolos dada su consiguiente avaricia por el dinero. 

Cada familia, por ejemplo, buscó edificar un túmulo o sepulcro más grandilocuente y pomposo que el de las otras familias de a su alrededor. Y los decoraban suntuosamente con marfil ornamental, refinadas columnas y mármoles ostentosos, realizando costosos funerales, enterrando a sus ascendientes con tesoros, alhajas de oro, brazaletes y anillos fastuosos. En lugar de redistribuir la riqueza, estaban destruyendo la herencia que los antepasados habían acumulado. La clase alta vanidosa de Sardes se valió de su novedoso bienestar monetario para destinarlo al consumo desaforado y sin límite, en lugar de revertir su prosperidad económica en los medios de producción.

En última instancia, la subsiguientes dinastías dilapidaron la riqueza en las tareas habituales del egoísmo, idolatría, megalomanía, consumo conspicuo entre los reyes y poderes de la época: la burbuja inmobiliaria con mayusculas y la necesidad del constante belicismo de grandes ejércitos suministrados sus filas con multitud de mercenarios reclutados por todo el Egeo y Anatolia. En definitiva, el dinero se fue por el sumidero del endeudamiento, las conquistas infructuosas y la edificación sin ton ni son. Unido a la escasez de excedentes productivos ya fuere por condiciones climáticas adversas para el ganado y la agricultura (periodos prolongados de sequías o de lluvias torrenciales), junto a epidemias, plagas en cultivos o enfermedades infecciosas propagadas por el discurrir del comercio y el contacto humano. 

Todo ello ocasionaron austeridad, inestabilidad política, descomposición del orden social establecido y la restricción del consumo por las masas (57). Si no había productos que vender en el ágora el valor de uso de la moneda no tuvo ningún efecto ni sentido sobre la economía local de Lidia. Por contra, el incremento de la producción a medio plazo, tras el establecimiento de la moneda acentuó considerablemente las desigualdades patrimoniales. En manos de los ricos se acumuló la moneda, el ganado de labor, los aperos y las simientes. Los pobres se vieron obligados, cada vez con mayor frecuencia, a recurrir a los ricos en solicitud de préstamos, la mayor parte de las veces en especie, pero también, con frecuencia en dinero. Los ricos les prestaban con fines de lucro los aperos de labranza y la simiente, les daban dinero a crédito con elevados intereses; tenían sus deudores sojuzgados, y si no pagaban los reducían a la esclavitud y los despojaban de sus tierras. Surgió la usura, que contribuyó a enriquecer a los unos y sojuzgar económicamente a los otros (58). La moneda y con ella las riquezas fue concentrándose en los esclavistas ricos que además también eran los grandes latifundistas que poseían la tierra.   

Unos reyes lidios a los que se asocia la acuñación de moneda pero que también se coliga a éstos el concepto de tiranía política. Fenómeno tan importante en la historia de la cultura política de la humanidad, como en el desarrollo de la economía en el Estado griego. La palabra misma tyrannos tiene un origen lidio.

La estructura económica, social y política de Lidia se ha descrito con frecuencia como comparativamente feudal. El territorio lidio estuvo dividido en vastas extensiones en manos de propiedades privadas, y era la gran riqueza derivada de estas fincas, y probablemente también de las minas, lo que daba a las élites terratenientes los medios para mostrar su opulencia y riqueza a los prójimos, por ejemplo a través de numerosos túmulos monumentales que poblaron el paisaje y las ricas ofrendas funerarias que ubicaron en su interior (59).

El acrecentamiento del comercio por el Egeo y a su vez de la industria de la manufactura entre los artesanos de las polis, concentró la riqueza que creó la moneda en unas pocas manos, en la de los soberanos y, con ello, el feroz empobrecimiento de la masa de ciudadanos libres, que dejó a éstos sin otro recurso que competir con el trabajo de los esclavos o convertirse en mendigos.

Se da la circunstancia que el surgimiento de la moneda no se da en los grandes imperios de la época que se beneficiaban por los tributos que pagaban boyantes granjeros, y que ya utilizaban desde hacía tiempo la moneda de cuenta, como lingotes, aros o placas, y que estandarizaban a su vez las equivalencias. En cambio, la aparición de la moneda se produce en una Lidia empobrecida, en los márgenes del Imperio persa y en una Grecia en pleno extremismo político, debido a que ambas se encuentran atravesando una grave crisis del orden ritual religioso, con el regreso de una violencia terrible entre los terratenientes locales y los campesinos pobres establecidos sobre tierras áridas. En una Lidia decrépita y en los pueblos de una Grecia efervescente que estaba cambiando, y donde el continuo belicismo con sus vecinos y la falta de ecuanimidad y redistribución de la riqueza, les llevaron a unos antes, y a los otros después a la absoluta quiebra, ruina y desconfianza económica. Donde los gobernantes soberanos sustentaban su poder sobre la base de un áurea personal engalanada con los ritos ceremoniales religiosos para así doblegar con el terror, y someter con la violencia a sus conciudadanos al sumirlos en el declive, la ignorancia y la miseria.

El asentamiento de la moneda se expresó en la expansión de la producción de mercancías y las contradicciones que generó con el colapso y destrucción del Imperio lidio. En una civilización como la Lidia que se basó en la explotación de sus gentes, donde el electro tuvo un carácter clasista, pues sirvió, en manos de las clases explotadoras, de fórmula para la sustracción de la vida, la dignidad y trabajo impropio.


Citas:

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Imagen 1 Wikipedia. Aliates, Circa 620/10-564/53 a.n.e.

Imagen 2 Wikipedia. Electro de Estater de Sardis, 560–546  a.n.e.Museo Metropolitano de Arte en Nueva York, EE.UU.